Me di la vuelta y allí lo
vi:
Sí, era un coche. Mi coche.
Yo: …
Mamá: ¿Y? ¿No vas a decir
nada?
Yo: …
Papá: ¿No te gusta?
Yo: ¿Qué no me gusta? ¡Es
perfecto! El modelo, el color… ¡me encanta! ¡GRACIAS PAPÁ, GRACIAS MAMÁ!
Mamá: Bueno, ahora solo
tienes que sacarte el carnet de conducir.
Yo: Ajá…
Papá: Bueno, yo os dejo,
tengo una reunión para hablar de mi futuro puesto de trabajo –dijo dándose la
vuelta.
Yo: Adiós, papá. Te quiero.
Mamá: ¡Luego ven a
recogernos!
Mi padre agitó la mano,
dándonos a entender que ya nos había oído.
Mamá: ¿Vamos?
Yo: ¿A dónde? –seguía
pensando en mi nuevo coche.
Mamá: ¡A comprarte algo que
ponerte mañana!
Yo: ¡Ah! Sí.
Cogimos un taxi, que nos
dejó justo en la entrada del centro comercial.
Fuimos de tienda en tienda,
pero había tantos vestidos que era difícil elegir uno.
Al final escogí uno de
encaje negro con el fondo rosa. No estaba mal. Era un vestido sin tirantes,
tipo palabra de honor. También me compré unos zapatos a juego, de tacón y con
plataforma.
De camino al hotel, paramos
en el Hard Rock Cafe.
Una vez en mi habitación, me
duché y me probé otra vez el vestido. Sí, me gusta bastante. Me sienta bien. En
fin.
Me cambié y fui a la
habitación de mis padres.
Mamá: ¿Tienes hambre?
Yo: La verdad es que no
mucho.
Mamá: Pues ahora mismo
bajamos a cenar. Me han dicho que el bar del hotel está muy bien.
Me senté en la cama a
esperar a que papá saliese del baño. Mi madre se sentó a mi lado.
Mamá: Por cierto, hoy he ido
a preguntar por lo del carnet de conducir. Me han dicho que primero te tienes
que presentar a un examen teórico. Después aprendes por tu propia cuenta, es
decir, que puedes practicar en tu propio coche y bajo la supervisión de una
persona mayor de edad. Cuando ya lo tengas más o menos controlado, te presentas
al examen práctico y… ¡voilà! Ya tienes tu carnet de conducir.
Yo: ¿Tan fácil? ¿Y cómo va a
ser el examen teórico?
Mamá: Me han dicho que es
tipo test, de esos que eliges a, b, o c…
Yo: Ya, ya sé qué es un
examen tipo test. Pero me refería a si es fácil o difícil.
Mamá: ¡Ah! Me han dicho que
es muy fácil. Solo te tienes que saber unas cuantas leyes muy fáciles de
aprender.
Yo: Ah.
Papá terminó por fin de
afeitarse y bajamos juntos a cenar. La sala era enorme. Yo pedí lo mismo que mi
madre. Ni siquiera me fijé en qué era eso que me estaba comiendo. No paraba de
pensar en mi coche y en cómo sacarme mi carnet de conducir…
Al día siguiente me desperté
temprano; aun así, no hice nada en toda la mañana. Después de comer, fui a mi
habitación y empecé a arreglarme para la fiesta de Charlie. Sí, yo soy de esas
chicas que tardan 7 horas en arreglarse. Miré la hora en mi iPhone: eran las 3.
Empecé con mi ceremonia
pre-fiesta.
Me duché y me empecé a
peinar. Me hice varios peinados, pero ninguno me gustaba, así que decidí
dejarme el pelo suelto.
Me maquillé, no
excesivamente, pero algo sí que me puse. Me gusta ir natural, pero hay que
reconocer que, algunos días, algo de maquillaje no mata a nadie.
Bueno. Ahora toca vestirse. Abrí
el armario y saqué la bolsa en la que estaba metida el vestido. De camino al
baño, también cogí la chaqueta y los zapatos.
Me vestí así:
Me encanta el color del que
iba, y también me encanta ese vestido. Miré la hora y suspiré. Ya eran las 7.
Qué rápido se pasa el tiempo cuando una no lo espera.
Charlie no me había dicho a
qué hora debía estar en su casa, así que fui a la habitación de mi madre a ver
si ella lo sabía. La encontré hablando por el teléfono.
Mamá: ¡Mira! ¡Hablando del
rey de Roma…! […] Sí, aquí mismo, acaba de entrar. […] Ajá, un momentito –se
alejó el móvil de la oreja y me susurró- ¿Ya estás lista?
Yo: Sí…
Mamá: Vale –de nuevo se
acercó el móvil al oído.- Mira, ahora mismo vamos. […] Sí, sí. […] Ahí nos
vemos –colgó la llamada.
Yo: ¿Quién era?
Mamá: Era Constance, la
madre de Charlie. Dice que vayamos yendo. Todavía no ha empezado la fiesta,
pero quiere que las ayudemos a organizarlo todo.
Yo: Ah, vale.
Cogimos un taxi, y media
hora después, estábamos en la puerta de una casa enorme.
(Ding, dong) (Se oyen pasos
acercándose a la puerta)
Constance: ¡Hola! ¡Pasad,
pasad! Charlie está en su cuarto, en el primer piso. Es la segunda puerta a la
derecha.
Le di dos besos y, mientras
ella se iba con mi madre al jardín de atrás, yo subí al primer piso. A ver,
segunda habitación a la derecha… mmm, aquí es. Me detuve frente a una puerta
blanca, con un cartel que ponía “Propiedad de Charlene Bradley”
Yo: Haha yo también quiero
uno de esos carteles. Me pregunto dónde los hacen…
Entré en la habitación.
Charlie: ¡Bonnie! ¡Por fin
has llegado!
Yo: Sí, aquí llegó tu
salvación…
Charlie: ¡Qué guapa te has
puesto! –dejé mis cosas en su cama y me senté en una silla que había detrás de
la puerta, ya que el resto de la habitación estaba llena de vestidos de fiesta
con pinta de ser bastante caros.
Yo: Gracias –ella aún no se
había cambiado.- ¿Y tú? ¿Qué te vas a poner?
Charlie señaló un perchero
con varios vestidos.
Yo: ¿Cuál de todos ellos?
Charlie: ¡TODOS!
Yo: ¿Todos?
Charlie: Ajá. Me los iré
cambiando durante toda la noche.
Yo: Ah…
En ese momento oímos a
alguien pegando chillidos en el piso de abajo.
¿?: ¡CHARLENE!
¡CHARLEEEEEEENE!
Charlie: Bueno, hoy va a
venir alguien muy especial a mi fiesta. No te pongas nerviosa, no grites ni
chilles como una loca, ¿vale?
Yo: Sólo mi madre es capaz
de hacerme chillar y gritar como una loca. Just saying, honey.
Charlie: Bien, eso espero.
Yo: ¿Y quién esa persona tan
especial? –me estaba imaginando a su novio super-mega-ultra guapo con un mejor
amigo igual de guapo que está libre y disponible para mí…
Charlie: Bueno, esa persona
es…
Tachán tachán... todos sabemos quién es esa persona.
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