viernes, 28 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 24: "Un beso... ¡bajo la lluvia!"


Empecé a caminar sin rumbo fijo, siguiendo a las personas que pasaban, mirando las cosas que me rodeaban, pensando en todo… Estuve caminando varias horas, hasta que me paré frente al escaparate de una pastelería. Entré y me compré varios croissants rellenos de chocolate. Al salir de la pastelería, me di cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba.

Enfrente había un parque, así que fui y me senté en un banco a tomarme mis croissants con calma. No me importaba no saber dónde estaba. De todas formas, no quería volver a casa.

Cuando terminé, busqué la papelera más cercana y tiré el envoltorio de los bollos y las servilletas usadas.

Entonces es cuando de verdad empecé a plantearme qué hacer después. Ni muerta volvería a casa, aunque la verdad es que me estaba muriendo de curiosidad por saber qué es lo que ha estado haciendo Justin en mi casa. Y no tenía ningún otro lugar al que ir, así que decidí llamar a Charlie a ver si me podía pasar por su casa.

Rebusqué en el fondo de mi bolso, hasta que encontré el móvil. Mierda. Hoy no es mi día. El iPhone se había quedado sin batería.

Ahora sí que estoy totalmente perdida, en un lugar que no conozco, sin dinero, que me lo había gastado todo en la pastelería, y sin móvil…

Empecé a caminar y, para colmo, empezó a llover. Sí, es pleno verano, pero igualmente la lluvia era torrencial…

Me puse la capucha y seguí caminando, como si nada, mientras la gente corría a mi alrededor lo más rápido posible para refugiarse bajo los toldos de las tiendas.

Me dispuse a cruzar la calle por en medio de la carretera.

Entonces, las luces de un coche doblaron la esquina y me cegaron por un momento…

Cuando recobré la vista, me di cuenta de que el coche era de Justin, y que él también me había visto.

Ahora seguro que me llevaría a casa. Empecé a correr hacia el centro del parque, chapoteando y manchándome las zapatillas por completo de barro. Pero no me importaba. En ese momento, lo único que quería es estar sola.

Así que corrí. Corrí con todas mis fuerzas, procurando no resbalarme. Pero Justin fue más rápido que yo, y enseguida me alcanzó.

Cuando noté la presión de su mano sobre mi brazo, supe que ya no podía escapar. Me tenía agarrada muy fuerte. Sería inútil intentar escapar.

Yo: Suéltame.

Justin: No.

Yo: ¡He dicho que me sueltes!

Justin: Sólo si te vienes conmigo a casa.

Yo: No quiero.

Justin: Aun así debes volver.

Yo: No –intenté zafarme de su mano, pero era imposible.

Justin: Bonnie…

Puse los ojos en blanco. No me iba a dejar convencer tan fácilmente. Giré la cabeza tratando de ignorarle.

Justin: Hey, mírame –no le hice caso.- Nos metemos en mi coche y hablamos, ¿vale? Aquí está lloviendo mucho, podrías resfriarte.

Le miré a los ojos.

Yo: No pienso en volv… -Justin me interrumpió y, agarrándome por la cintura, me acercó hacia él y me dio un beso lento y apasionado.

Me quedé paralizada. Cuando se separó de mi cuerpo, se puso muy serio.

Justin: Ahora que has dejado de decir tonterías, ¿nos podemos ir?

Yo seguía paralizada. Pero ya no por el beso, sino porque nos habían visto. Había un hombre vestido de negro, con un paraguas también negro y una cámara en la mano, que nos estaba mirando desde lejos. Al parecer, nos había estado espiando y quizás también nos había sacado algunas fotos.

Justin no se dio cuenta. Simplemente, me agarró de la mano y me arrastró hasta su coche. Me subí sin quejarme.

Yo no quería que la gente cotillease sobre mi vida. No quería que supiesen quién soy, ni por qué conozco a Justin Bieber. No quería que rodeasen mi casa las 24 horas para que, en cuanto alguien salga de ella, acosarle hasta que suelte información privada. Yo no quería salir en todos los medios de comunicación, ni nada por el estilo.

En unos minutos, llegamos a mi casa.

Justin: Te he llamado un millón de veces, ¿por qué no has cogido?

Yo: Me he quedado sin batería.

Justin: Ah. Venga, entra. Tu madre debe de estar muy preocupada por ti.

Yo: Vale…

Justin: Prométeme que vas a hablar con tu madre.

Yo: Lo prometo –puse los ojos en blanco.

Justin: No te creo.

Yo: Lo haré, seguro –dije, alargando cada sílaba más de lo necesario.

Justin: Pero educadamente, ¿eh?

Yo: Sí, sí. Lo que tú digas…

Me bajé del coche. Justin me siguió con la mirada hasta que abrí la puerta y entré.

Yo: ¿MAMÁ? –grité para que me oyese. No hubo respuesta.

Fui mirando de habitación en habitación, para ver dónde estaba, hasta que la encontré en mi cuarto. Estaba durmiendo sobre mi cama, con los pies colgando, mientras abrazaba un oso de peluche. Me acerqué a ella y vi que tenía los ojos rojos e hinchados.

Yo: Mamá… -susurré mientras le daba un beso en la frente.

Ella abrió los ojos, me vio allí y se irguió. Se sentó al borde de la cama y miró el reloj. Entonces se sobresaltó.

Mamá: ¡Lo siento, Bonnie! ¡Todavía no he hecho la comida!

Yo: No, mamá. La que tiene que pedir las disculpas soy yo. Me he portado muy mal contigo, y me arrepiento.

Mi madre me abrazó.

Mamá: Cariño, te aseguro que te lo queríamos contar, pero no encontrábamos la manera ni el momento. Te prometo… Te juro que…

Yo: Mamá, de verdad, ya no importa. Ahora ya lo sé. En cuanto me enteré, me disgusté mucho, eso es todo. Por eso te hablé y te grité de ese modo, y me arrepiento muchísimo. Te quiero, mamá.

Mamá: Y yo a ti.

Yo: Y, dime, ¿qué va a pasar a partir de ahora?

Mamá: Mmm, no entiendo tu pregunta.

Yo: Digo que, pues eso, lo de la custodia y eso…

Mamá: Bueno, yo tengo tu custodia hasta que cumplas los 18 años. Luego, tú podrás hacer lo que más te apetezca porque ya serás mayor de edad.

Yo: ¿Y papá?

Mamá: Papá se va a mudar a Nueva York. Puedes ir a visitarle cuando quieras.

Yo: ¿Cuándo vendrá a recoger sus cosas? Quiero despedirme de él…

Mamá: Claro que podrás. Un día de éstos vendrá a recoger lo que le falta.

Yo: Mamá, una pregunta: ¿desde cuándo lleváis planeándolo? Quiero decir, lo del divorcio…

Mamá: Bueno, no sé. Desde antes de mudarnos. Nos dimos cuenta de que no estábamos hechos el uno para el otro, así que… ocurrió.

Yo asentí con la cabeza.

Mamá: A partir de ahora tendré que empezar a trabajar para mantenerte a ti y a ésta casa.

Yo: ¿No era que la casa nos la regalaba la empresa de papá?

Mamá: Sí, pero como nos hemos divorciado, tenemos que pagar la mitad. Y la hipoteca, y todo eso… Ya he encontrado un trabajo como arquitecto. Al parecer, están construyendo en una parcela a las afueras de Georgia y necesitan varios arquitectos para organizar la obra. Así que no he podido rechazar la oferta.

Yo: Gracias, mamá.

Mamá: ¿Gracias? ¿Por qué?

Yo: Por todo lo que has hecho, haces, y harás por mí. Eres la mejor.

Mamá: Bueno, ¿qué quieres para comer?

Yo: Había pensado en salir a comer fuera.

Mamá: Venga, ve a arreglarte. Yo estoy lista en 5 minutos –dijo, mientras salía de mi cuarto y se dirigía a la suya.

Yo sonreí feliz. Hacía mucho tiempo que no nos llevábamos tan bien, y yo casi había olvidado cómo es sentir el amor maternal. Sí, esa sensación de que no hay nadie que te quiera más en el mundo…

jueves, 27 de septiembre de 2012

RIP Avalanna 26.09.2012

Avalanna Routh, una de las niñas que más sonrisas nos a sacado a todos, se ha ido al cielo.
Ahora está en un lugar mejor y ha dejado de sufrir. Podrá ver a Justin desde el cielo, sonriéndole, sabiendo que consiguió cumplir su sueño.
Siempre estara en nuestros corazones.
 
 
 
 


 
'El 1 de octubre, todas las Beliebers se escribirán "Avalanna" en su mano/muñeca/brazo con el fin de mostrar un poco de respeto hacia ella. Sé parte de ésto y divulgalo'
 

 
 


 
                   

domingo, 23 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 23: "La felicidad siempre tiene un fin"


¡Amanece un nuevo día en Atlanta! Hoy me siento feliz, sobre todo cuando recuerdo lo que pasó ayer.

Después del beso, recibí un mensaje de mi madre diciéndome que ya estaban en NUESTRA casa, y que no me pasase por el hotel. Así que Justin me llevó a mi nueva casa.

Miré a mi alrededor. Sí, así era mi nueva habitación.


Y así será la habitación en la que me despierte los próximos 10 años. Porque no creo que nos vayamos a mudar de casa otra vez. O al menos yo no lo voy a permitir.

Ya sé que la habitación parece muy infantil, pero es que yo soy así. Tengo la mentalidad de una niña pequeña, y adoro ese toque a “casita de muñecas” que tiene mi habitación. Y me encantan todos los peluches tirados por allí. Y el contaste del blanco con el dorado es ideal. En fin, que mis padres han hecho que mi habitación sea absolutamente perfecta.

Suspiré. Hoy me siento especialmente feliz. Tengo el presentimiento de que va a ser el mejor día de mi vida. Y más o menos así fue.

Por la mañana fui de compras con Charlie; comimos fuera y, más tarde, Jodie se unió a nuestro día de chicas. Fuimos a casa de Charlie, nos pusimos una mascarilla y, mientras tanto, nos fuimos pintando las uñas.

Por la noche, volví a casa y recibí una llamada de Tiffany. ¿Os acordáis de Tiffany? Sí, mi mejor amiga de Londres. Estuvimos hablando durante varias horas. La diferencia horaria era un problema, ya que cuando aquí vamos a cenar, en Londres están comiendo el almuerzo.

Tiffany: Bueno, cuéntame. ¿Qué tal en Atlanta?

Yo: Nada especial.

Tiffany: ¿Le has echado el ojo encima a algún chico?

Yo: No.

Tiffany: ¿Y algún chico se ha interesado por ti?

Yo: No.

Tiffany: Entonces, ¿qué has estado haciendo todos estos días? ¡Atlanta está lleno de chicos! Aunque yo solo quiero conocer a un canadiense que está en Atlanta…

Yo: ¿Quién?

Tiffany: ¡¿Cómo que quién?! ¡¡Pues Justin Bieber!! ¿Quién va a ser si no?

Ah, claro, se me olvidaba. Tiffany AMA a Justin. A veces se pone muy pesada con ese tema. Es capaz de recitarte su biografía entera sin ni siquiera pestañear, puede cantarte todas sus canciones de principio a fin, puede decirte en qué momento dijo tal frase y la ropa que llevaba cuando lo dijo… En fin, ya me entendéis.

Yo: Ahh, sí.

Tiffany: ¿Dónde estás ahora mismo?

Yo: En mi nueva casa. Acabamos de mudarnos aquí.

Tiffany: ¿Acabáis? ¡Pero si casi ha pasado una semana desde que llegasteis a Atlanta!

Yo: Sí, bueno, es una larga historia…

Estuvimos hablando hasta altas horas de la madrugada, hasta que mi móvil se quedó sin batería y no pudimos seguir hablando; de lo contrario, habríamos estado hablando toda la noche, ya que había mucho que contar. Se notaba que nos echábamos de menos.

Al día siguiente, quedé con Justin para ir a ver una película. Me apetecía pasar más tiempo con él, aunque fuese sólo como amigos. Me sentía segura y protegida a su lado. Era una sensación agradable.

Me desperté pronto. Al parecer, no había nadie en casa.

Empecé a arreglarme. Quería ponerme un vestido negro que me había regalado mi madre, pero necesitaba ponerme algo encima porque el vestido era demasiado atrevido y escotado para mí. Así que fui a su armario para buscar algo.

Estuve un buen rato mirando en los distintos cajones de la cómoda, pero no encontré nada. Al abrir la puerta del armario, una hoja se cayó al suelo. Lo recogí y lo miré con curiosidad.



Ponía “Acta de divorcio”. ¿Divorcio? ¿Quién se va a divorciar? Miré un poco más abajo, y vi el nombre de mis padres. ¡¿MIS PADRES SE VAN A DIVORCIAR?! ¿¿Y CUÁNDO PENSABAN EN DECÍRMELO?? ¿El día en que uno de los dos coja sus maletas y se marche para siempre?

Estaba confusa. ¡Esto no puede ser verdad! Mis padres se quieren. ¡Se quieren mucho! ¡¿Cómo es que de un día para otro se divorcian?! ¡¡Esto no puede ser real!! Se me humedecieron los ojos. El hecho de que me lo hayan estado ocultando todo éste tiempo me duele más que una puñalada en el estómago. ¿Por qué…?

Entonces, oí cómo alguien abría la puerta principal, así que cogí la hoja y me subí hasta mi cuarto, dando un portazo. Me tumbé bocabajo sobre la cama y empecé a sollozar.

Unos minutos después, oí a mi madre llamar a la puerta de mi habitación. Me sequé las lágrimas y procuré que mi voz sonase normal.

Yo: ¿Qué?

Mamá: He oído un portazo. ¿Va todo bien?

Yo: Sí… -dije con un hilo de voz.

Mamá: ¿Qué ha pasado?

Yo: Nada, sólo siento que no soy una persona normal con una vida normal –dije con la voz entrecortada.

Mamá: ¿Estás llorando?

Yo: ¡¿Y A TI QUÉ TE IMPORTA?!

Mamá: Las hijas normales demuestran un poquito más de respeto hacia sus madres.

Yo: ¡¡Y LAS MADRES NORMALES NO OCULTAN SU DIVORCIO A SUS HIJAS!!

Mamá: ¿¿Cómo lo sabes??

Me levanté de la cama y abrí la puerta bruscamente.

Yo: ¡¡POR ÉSTO!!

Le puse la hoja delante de sus narices.

Mamá: Lo siento, pretendíamos contártelo, pero en el momento adecuado.

Yo: ¡¿Y cuándo consideras que es el momento adecuado?! ¡¡Porque estoy impaciente por saber cómo es que os habéis divorciado sin decírmelo!!

Mamá: Yo… yo… -agachó la cabeza, pero pude ver cómo una lágrima resbaló por su mejilla. Me dolía verla sufrir, pero yo también estoy sufriendo por su culpa.

Las palabras no salían de su boca. Ella cogió la hoja, y lo único que pudo hacer fue darse la vuelta e irse.

Yo también me di la vuelta y me metí en mi cuarto.

Hundí la cabeza en la almohada y empecé a llorar. Lloré todo lo que pude; lloré hasta que los ojos se me hincharon tanto que casi iban a explotar; lloré hasta que se me secaron las lágrimas y terminé por dormirme de nuevo.

La música del móvil me despertó. Miré el identificador de llamadas. Era Justin. Mierda, habíamos quedado. La verdad es que ahora no me apetecía hacer nada más.

Yo: ¿Sí?

Justin: ¿Dónde estás? ¡Llevo una hora esperándote en el cine!

Yo: Justin, lo siento, no puedo ir. ¿Podemos quedar otro día?

Justin: ¿Ha pasado algo en tu casa? Se te nota la voz ronca.

Yo: No me apetece hablar de ello ahora…

Justin: Ah, vale. Entonces, nos vemos.

Yo: Adiós.

Colgué y dejé el móvil sobre la mesa. Tenía hambre, pero no quería bajar a la cocina y encontrarme de nuevo con mi madre. No quería discutir con ella, me dolía muchísimo verla llorando así.

Decidí salir a desayunar fuera. Así que me puse una sudadera y unas Nike, y metí en un bolso todo lo que iba a necesitar (móvil, dinero, llaves).

Me miré al espejo. ¡Dios! A cualquiera que me vea le va a dar un infarto.

Me había vestido así:



Demasiado sencillo para mi gusto, pero es que hoy no tenía ganas de hacer nada. Me hice un moño, me mojé la cara, me aseguré de disimular mis ojeras, y salí de mi habitación. Me sentí como un ninja intentando escapar de esta cárcel sin hacer ruido, para evitar que mi madre me haga preguntas.

Por fin conseguí salir a la calle. Crucé a la acera de enfrente y me senté en el bordillo para pensar a dónde voy ahora.

Entonces, vi acercarse por la calle a un coche. Pero no un coche cualquiera. Era un coche que relucía bajo el sol, un coche en el que te podías ver reflejado. Era el coche de Justin.

Me escondí detrás de unos arbustos. No quería que me viese con esas pintas. Le observé desde mi escondite.

Justin se acercó a mi casa y llamó al timbre. Esperó. Esperó. Siguió esperando. Volvió a llamar al timbre. Entonces, la puerta se abrió y apareció mi madre tras ella. Tenía los ojos rojos. Justin se dio cuenta de que algo iba mal. Ambos entraron en mi casa y cerraron la puerta.

Mierda. O sea que ahora Justin está en mi casa, y yo fuera, sin saber a dónde ir.

Empecé a caminar sin rumbo fijo, siguiendo a las personas que pasaban, mirando las cosas que me rodeaban, pensando en todo… Estuve caminando varias horas, hasta que me paré frente al escaparate de una pastelería. Entré y me compré varios croissants rellenos de chocolate. Al salir de la pastelería, me di cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba.

viernes, 21 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 22: "Una pequeña escapada"


Justin: ¿Preparada para correr?

Yo: No sabía que ir a comer contigo fuese tan duro -me quité los tacones y empecé a caminar descalza hacia la salida.- Venga, uno…

Justin: … dos…

Justin y yo: … ¡tres! –gritamos al unísono y salimos corriendo.

Justin me arrastró de la mano en dirección a su coche. Pasamos entre toda esa gente, procurando ir lo más rápido posible hasta que, por fin, llegamos y nos subimos al coche. Conseguimos salir del restaurante y por fin nos encontramos en la carretera, en dirección a… Un momento. ¿A dónde íbamos ahora?

Yo: ¿A dónde vamos?

Justin: ¿A dónde quieres ir?

Yo: No lo sé.

Justin: Entonces te voy a llevar a un sitio que conozco.

Yo: Ajá.

Me recosté en mi asiento y cerré los ojos…

 

Justin´s POV

¡Y allí la tenía! ¡Durmiendo en mi coche! Su piel, blanca y suave como la porcelana, me decía que la rozase. Sus labios, tan rojos y jugosos, me pedían a gritos que les diese un beso… Justin. ¡Justin! ¡Contrólate! ¡Tú ya tienes novia! No pretenderás hacerle esto, ¿verdad?

Cogí un mechón de su pelo y se lo coloqué detrás de la oreja. Entonces, ella abrió los ojos, muy despacito, y sonrió al verme.

Yo: Despierta, bella durmiente, ya hemos llegado.

Bonnie: ¿Dónde estamos?

Yo: En Savannah.

Ella hizo varias muecas.

Bonnie: ¿Y dónde está eso?

Yo: ¿No lo sabes? –era obvio que ella no lo sabía, no conoce Estados Unidos, y menos Georgia. Pero me apetecía molestarla un poco.

Bonnie: Mmm… pues no.

Yo: Te daré una pista: seguimos en Georgia.

Bonnie: ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

Yo: Unas cuatro horas. ¿Quieres bajar e ir a dar un paseo?

Bonnie: Claro.

 

Bonnie´s POV

Noté cómo alguien se estaba acercando a mí, así que abrí los ojos. Sonreí al ver que era Justin.

Justin: Despierta, bella durmiente, ya hemos llegado.

Yo: ¿Dónde estamos?

Justin: En Savannah.

¿Dónde queda está eso? La verdad es que yo soy muy mala en geografía.

Yo: ¿Y dónde está eso?

Justin: ¿No lo sabes? –conque pretende hacer que me enfade, ¿eh? ¡Pues no lo va a conseguir!

Yo: Mmm… pues no –dije con toda la calma del mundo.

Justin: Te daré una pista: seguimos en Georgia.

Yo: ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

Justin: Unas cuatro horas. ¿Quieres bajar e ir a dar un paseo?

Yo: Claro.

Ambos bajamos del coche. Yo empecé a mirar en todas las direcciones, tratando de reconocer algo que me resultase familiar. Pero nada. No había forma de averiguar dónde estaba. Empecé a caminar hacia delante.

Justin: Es por aquí –me di la vuelta y fui hacia donde él estaba.

Él me sonrió y me cogió de la mano. Estuvimos caminando como unos 15 minutos hasta que, tras unos arbustos, vi la playa.

Yo: En serio, ¿dónde estamos?

Justin: En la playa –dijo señalando en dirección al mar.- Ven.

Le seguí. Mientras caminábamos, yo seguía pensando en la forma de averiguar dónde estábamos.

Justin se paró delante de un gran cartel. Yo también me paré y miré detenidamente el cartel. Era un mapa; probablemente, para los turistas.

Justin: Mira, Atlanta está aquí. Y nosotros estamos… -deslizó su dedo por el mapa trazando una línea imaginaria hasta pararse sobre la palabra “Savannah”-…aquí.

Yo: Wow, nos hemos recorrido Georgia entera.

Justin: Sí, así que hay que aprovechar nuestra pequeña escapada.

Estuvimos el resto del día recorriéndonos las distintas calles, haciéndonos fotos, bañándonos con ropa y todo en la playa…

Terminamos tumbados en la arena, mojados, manchándonos por completo.

Justin: ¡Qué! ¿Te lo has pasado bien?

Yo: ¡Mucho! –dije entre risas.

Nos quedamos un rato en silencio.

Yo: Nunca he visto una puesta de sol…

Justin: ¡Pues hoy es tu día de suerte! Ven, conozco un lugar perfecto para verlo.

Nos levantamos y nos quitamos la arena de encima. Teníamos la ropa completamente mojada, y yo iba descalza porque me molestaban los tacones.

Llegamos hasta un acantilado y nos sentamos al borde de él. Esperamos unos minutos, y pude ver cómo la luz del sol se volvía roja, hasta desaparecer por completo.

Yo: Ha sido precioso.

Justin: Cómo tú…

Yo le miré, y él me devolvió la mirada. Estaba muy serio. Fijé mi vista en sus labios. Él se mordió el labio inferior. Nos acercamos lentamente, yo sentía que mi corazón iba a estallar en cualquier momento, pero me contuve. Sabía que ésto no estaba bien, que nos íbamos a meter en muchos problemas, pero no me importó. Ese momento era nuestro, y solo nuestro. Finalmente, nuestros labios se unieron en un tímido beso.

Justin: Lo siento, no debería de haber…

Yo: Shhh –dije poniendo el dedo índice sobre sus labios.– No arruines el momento. –y volvimos a juntar nuestros labios en un beso que se me hizo eterno…

jueves, 20 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 21: "Una comida y algo más"


Llegamos a un restaurante de lujo situado sobre una pequeña colina. Justin aparcó y ambos nos bajamos del coche. Entramos en el restaurante.

Justin se acercó a un hombre trajeado, con un pinganillo en la oreja, que estaba sentado detrás de un ordenador.

Justin: Buenas tardes. Tengo una reserva para la una y media.

Recepcionista: ¿Su apellido, por favor?

Yo disimulé una pequeña carcajada. ¿Cómo es que existía alguien en este mundo que no se sabe el apellido de Justin?

Justin: Bieber –giró la cabeza y me guiñó un ojo.

El recepcionista consultó la pantalla del ordenador.

Recepcionista: Vengan por aquí.

Nos condujo tras una mampara, hasta llegar a una sala. Una de las paredes había sido remplazada por una vidriera, de tal forma que las vistas eran alucinantes. En una esquina había un equipo de música. El resto de la sala estaba vacía, a excepción de una pequeña mesa alargada que había en el centro de ella.

Recepcionista: ¿Esto les parece bien?

Justin: Es perfecto –entonces se dio la vuelta y le dio un CD al recepcionista. Éste se acercó al equipo de música y lo encendió.

Justin me hizo sentarme en la silla y me acercó a la mesa, como un caballero. Después, él se sentó en la otra silla.

Recepcionista: En unos minutos les atendemos –le dio a Justin el mando del equipo y se fue.

Yo: Te has pasado.

Justin: ¿En qué?

Yo: Yo pensaba que te habías referido a comer juntos en el McDonald´s o en el Starbucks. Pero no esto.

Justin: ¿Te importa que ponga música?

Yo: En absoluto.

Él cogió el mando y le dio a ‘Play’. Empezó a sonar una canción lenta.

Entonces llegó una camarera. Era rubia, alta, ojos azules, y miraba a Justin con nerviosismo. Tendría unos 25 años.

¿?: Hola. Me llamo Lucy y voy a ser su camarera. ¿Qué les pongo de beber?

Justin me miró.

Yo: Mmm… ponme una Coca-Cola.

Justin: Que sean dos.

Lucy: Muy bien, enseguida se las traigo –nos dejó el menú en la mesa y se fue.

Yo: Pobre chica…

Justin: ¿Por qué?

Yo: ¿No la has visto? ¿Qué harías tú si te encontrases con tu ídolo?

Justin: No sé… ¿saludarle?

En ese momento apareció la camarera con las bebidas.

Lucy: ¿Ya han decidido qué van a tomar?

Yo pedí lo primero que vi en el menú. Justin miraba fijamente a los ojos de la chica y no paraba de sonreír mientras pedía su comida.

La camarera lo apuntó todo en una libreta y se fue sin decir nada.

Yo: ¿Ves lo que has hecho?

Justin: ¿El qué?

Yo: Pues que has espantado a nuestra camarera y que ahora nadie nos va a traer la comida.

Justin: Nah, no te preocupes por eso. Ya verás cómo vendrá otra camarera. Al fin y al cabo, soy Justin Bieber…

Solté una risita y cambié de tema.

Yo: Bueno, ¿de qué querías hablar conmigo?

Justin: ¡Ah, sí! Verás, voy a rodar un nuevo videoclip y necesito a una chica para el video.

Yo: ¿Y…?

Justin: Pues que había pensado en ti. ¿Te apetece?

Yo: Te advierto de que yo no sé actuar.

Justin: No importa.

Yo: Y tampoco sé posar ni nada.

Justin: Tampoco importa.

Yo: Y la cámara no me quiere.

Justin: Eso no es cierto.

Yo: ¿Cómo que no? Por favor, salgo fatal en todas las fotos.

Justin: Pero esto es un video…

Yo: Ya, y lo que graba es una cámara…

Justin: …que te quiere un montón –terminó mi frase.

Yo: No.

Justin: Sí.

Yo: No.

Justin: Sí.

Yo: No.

Justin: No.

Yo: Sí.

Justin: ¡HAS DICHO QUE SÍ!

Yo: ¡Mentira, no lo he dicho!

Justin: ¡Sí lo has dicho!

Yo: ¡No lo he dicho!

Justin: ¡Sí!

Yo: ¡No!

Justin: ¡Sí!

Yo: Esto es ridículo. Estamos discutiendo como niños de 5 años.

Justin: Entonces, ¿es un sí?

Yo: Puedo intentarlo.

Justin: Por probar no pierdes nada.

Yo: Ajá.

Llegó la camarera, dejó los platos con nuestra comida y se fue.

Comimos más o menos en silencio, exceptuando algún que otro comentario tonto.

Terminamos de comer. Justin cogió el mando del equipo de música y cambió de canción. Empezó a sonar una canción, era lenta. Al principio no supe cuál era. Entonces vi que Justin empezaba a cantarla, así que supuse que era suya.

Justin: ¿Quieres bailar?

Yo: Ya te he dicho que no sé.

Justin: Y yo te dije que te enseñaría.

Él me tendió una mano. Me levanté y le seguí. Nos paramos delante de la pared de cristal. Puse mis brazos alrededor de su cuello y él colocó los suyos alrededor de mi cintura. Empezados a balancearnos de un lado a otro, lentamente. Yo apoyé mi cabeza contra su pecho y cerré los ojos, y él empezó a tararear la canción.
 

Justin: Could there be a possibility I´m trying to say what´s up Cause I´m made for you and you for me, baby now it´s time for us Shall I keep it all together, but enough is enough They say we´re too young for love, but I´m catching feelings –dejamos de bailar y él susurró– Should I tell how I really feel Or should I move in closer just be still How would I know? Cause if I take a chance, and I touch her hand, will everything change? How do I know if she feels the same?
Entonces, mi corazón empezó a palpitar mucho más fuerte. ¿De verdad había dicho eso? No creo que sea coincidencia el hecho de que hubiese puesto justo esa canción.
En ese momento apareció de nuevo la camarera.
Lucy: ¿Qué tal va… todo? –nos vio abrazados y dudo entre terminar la frase o irse para darnos más intimidad.
Justin: Póngame la cuenta.
Lucy: Enseguida vuelvo.
Yo: No voy a permitir que me invites…
Justin: ¿Por qué no?
Yo: Pues porque no.
Justin: Vale, lo que tú digas. No te invito.
Yo empecé a sacar la billetera de mi bolso, pero él me detuvo.
Justin: He dicho que no te voy a invitar, no que vayas a pagar la comida.
Yo: ¿Entonces?
Justin: Yo te pago la comida a cambio de que actúes en mi videoclip.
Yo: ¿Me estás sobornando?
Justin: ¡Más o menos!
La tal Lucy llegó con la cuenta, Justin pagó con su tarjeta de crédito y nos fuimos.
Cómo no, había un montón de paparazzis y periodistas rodeando el edificio. Los flashes no paraban de centellar.
Justin: ¿Preparada para correr?
Yo: No sabía que ir a comer contigo fuese tan duro -me quité los tacones y empecé a caminar descalza hacia la salida.- Venga, uno…
Justin: … dos…
Justin y yo: … ¡tres! –gritamos al unísono y salimos corriendo.