Christian: Sí. Se llama
Caitlin. Estuvo una época saliendo con Justin -¡ése nombre otra vez, no!- Un
día de éstos te la presento. Tenéis muchas cosas en común…
Dejé de escuchar lo que me
decía, solo le seguí hasta un taxi que nos llevó al hotel y, de allí, él se fue
a su casa. Pensé que ya se me había pasado el dolor por lo de hoy, pero no.
Cada vez que oigo su nombre, me viene a la cabeza la imagen de ellos dos
abrazándose, besándose como si no hubiese nada más en este mundo.
Entonces me di cuenta de que
realmente yo le amaba. No porque fuese famoso o rico. Yo le amaba por su forma
de hacerme sentir bien, por esa sonrisa, por sus ojos color miel, por todo lo
que hacía para ayudar a los demás… Me di cuenta de que le amo demasiado. Pero
no puedo hacer nada para tenerle junto a mí.
Él ya tiene novia, y al
parecer son muy felices juntos. Yo sería muy egoísta si rompiese esa relación
sólo para satisfacer mi egoísmo. No puedo, no podría hacerlo…
Encendí la tele y me puse a
ver las noticias.
Reportero: … bla bla bla…
Justin Bieber… bla bla bla… alboroto en el centro comercial… bla bla bla… no
parecía muy contento, pues han sido tomadas fotos del famoso cantante con mala
cara… bla bla bla… aquí les dejamos con las siguientes imágenes de la pareja…
Ya, claro, ahora resulta que
Justin estaba así por mí, ¿no? Mi cerebro me decía que no, que no me engañe,
que él podía estar así por cualquier otro motivo, pero no por mí. Pero una
pequeña parte de mi corazón me decía que todo eso era culpa mía, que él me
amaba tanto como yo a él.
Volví a centrar mi atención
en la pantalla, la última foto era ésta:
Vaya, ¿a eso lo llaman “mala
cara”? Yo estaba mucho peor.
Me acosté con la esperanza
de que el día siguiente fuese mejor. Enchufé los cascos al iPhone que me regaló
Justin y empecé a dudar seriamente sobre qué era lo que pensaba en escuchar, ya
no debería de haber ninguna canción en el móvil. Me metí en ‘Reproductor de música’
y vi que tenía todas las canciones de Justin Bieber. Vaya. Puse una al azar.
Antes de que se terminase esa canción, yo ya me había dormido.
Al día siguiente, me
desperté al notar algo vibrando bajo mi almohada. Era el móvil. Abrí un ojo
para ver quién me estaba llamando. Era Justin. Mierda. ¿Lo cojo o dejo que siga
sonando? Opté por dejar que siga sonando. Dejé el móvil en la mesilla de noche
y me di la vuelta para seguir durmiendo. Pero el móvil no paraba de sonar. Una
y otra vez. Terminé cogiendo.
Yo: ¿Qué quieres?
Justin: ¿Te he despertado?
Yo: ¡No, qué va, yo siempre
me despierto a las 8 de la mañana para mantener conversaciones telefónicas
estúpidas! –dije con ironía.
Justin: Son las 12…
Yo: Me da igual. ¿Para qué
has llamado?
Justin: Yo… bueno, quería
disculparme por lo de ayer…
Yo: ¿Disculparte? ¿Por qué?
Tú no me has hecho nada.
Justin: Ya sabes… lo del
beso con Selena…
Yo: Mira, Justin, ella es tu
novia. ¿Qué tiene de malo que la beses?
Justin: Pero es que tú… tú…
te habías puesto a llorar y…
Yo: ¿Yo? ¿Llorar por ti?
Mira, yo nunca lloro por chicos estúpidos. Se me debió de meter algo en el ojo…
Justin: ¿Segura?
Yo: Sí. ¿Algo más?
Justin: ¿Podemos quedar para
comer? Necesito hablar contigo.
Yo: Bueno, si no hay más
remedio…
Justin: Entonces te recojo
dentro de una hora en el hotel.
Yo: Está bien.
Justin: Hasta entonces.
Yo: Adiós.
Colgué y tiré el móvil sobre
la cama. Tenía dos opciones, levantarme y empezar a arreglarme, o seguir
durmiendo. Estaba claro: seguir durmiendo. Me metí otra vez en la cama y cerré
los ojos. Cuando los volví a abrir, alguien estaba llamando a la puerta.
Yo: ¿Sí?
Justin: Soy yo.
Me levanté y fui a abrirle
la puerta.
Justin: Vaya, me imaginé
encontrarte vestida y peinada, no en pijama y con esos pelos.
Yo: Pensé que venías a
recogerme en una hora.
Justin: Ya ha pasado una
hora.
Yo: ¡¿Qué hora es?!
Justin: La una y cinco.
¿Tanto tiempo había pasado?
¡Pero si solo ha sido cerrar los ojos por un momento!
Yo: ¡Lo siento, me he
quedado dormida!
Justin sonrió de oreja a
oreja.
Justin: Pues ve a vestirte.
Yo: Siéntate. Ahora mismo
estoy lista.
Me metí en el baño y me di
una ducha rápida. Salí del baño envuelta en una toalla para coger mi ropa. Me
di cuenta de que Justin me seguía con la mirada en cada uno de los movimientos
que hacía y me sonrojé. Recogí mis cosas y me volví a meter al baño. Me puse
esto:
Me alisé el pelo y lo dejé suelto.
Yo: Ya estoy lista.
Justin: Venga, vámonos.
Tengo el coche aparcado justo allí abajo.
Cuando salimos por la puerta
de recepción, una multitud de chicas se abalanzó sobre nosotros. Bueno, en
realidad se abalanzaron sobre él, así que yo me abrí paso hasta llegar al
coche. Él me siguió mientras iba firmando algunos autógrafos. Abrimos la puerta
y nos subimos como pudimos.
Yo: ¿Siempre es así?
Justin: ¿Así el qué?
Yo: Pues que si siempre te
persiguen de esta forma.
Justin: Sí. Yo lo que no sé
es cómo saben siempre dónde estoy.
Yo: Para algo son tus fans…
Justin: Son algo más que
fans. Son parte de mi familia.
Yo: A mí no me vengas con
eso…
Justin: En serio. Para mí, mis
Beliebers son muy importantes; sin ellos, yo no estaría aquí.
Yo: Bonito coche –dije tratando
de cambiar de tema.- Parece un espejo con ruedas.
Justin: Haha sí, la gente
suele hacer bromas al respecto.
Yo: Pues a mí me gusta. Es
especial.
Justin: A mí también.
Llegamos a un restaurante de
lujo situado sobre una pequeña colina. Justin aparcó y ambos nos bajamos del
coche. Entramos en el restaurante.
Justin se acercó a un hombre
trajeado, con un pinganillo en la oreja, que estaba sentado detrás de un
ordenador.
Justin: Buenas tardes. Tengo
una reserva para la una y media.
No hay comentarios:
Publicar un comentario