miércoles, 19 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 20: "Una llamada matutina"


Christian: Sí. Se llama Caitlin. Estuvo una época saliendo con Justin -¡ése nombre otra vez, no!- Un día de éstos te la presento. Tenéis muchas cosas en común…

Dejé de escuchar lo que me decía, solo le seguí hasta un taxi que nos llevó al hotel y, de allí, él se fue a su casa. Pensé que ya se me había pasado el dolor por lo de hoy, pero no. Cada vez que oigo su nombre, me viene a la cabeza la imagen de ellos dos abrazándose, besándose como si no hubiese nada más en este mundo.

Entonces me di cuenta de que realmente yo le amaba. No porque fuese famoso o rico. Yo le amaba por su forma de hacerme sentir bien, por esa sonrisa, por sus ojos color miel, por todo lo que hacía para ayudar a los demás… Me di cuenta de que le amo demasiado. Pero no puedo hacer nada para tenerle junto a mí.

Él ya tiene novia, y al parecer son muy felices juntos. Yo sería muy egoísta si rompiese esa relación sólo para satisfacer mi egoísmo. No puedo, no podría hacerlo…

Encendí la tele y me puse a ver las noticias.

Reportero: … bla bla bla… Justin Bieber… bla bla bla… alboroto en el centro comercial… bla bla bla… no parecía muy contento, pues han sido tomadas fotos del famoso cantante con mala cara… bla bla bla… aquí les dejamos con las siguientes imágenes de la pareja…

Ya, claro, ahora resulta que Justin estaba así por mí, ¿no? Mi cerebro me decía que no, que no me engañe, que él podía estar así por cualquier otro motivo, pero no por mí. Pero una pequeña parte de mi corazón me decía que todo eso era culpa mía, que él me amaba tanto como yo a él.

Volví a centrar mi atención en la pantalla, la última foto era ésta:


Vaya, ¿a eso lo llaman “mala cara”? Yo estaba mucho peor.

Me acosté con la esperanza de que el día siguiente fuese mejor. Enchufé los cascos al iPhone que me regaló Justin y empecé a dudar seriamente sobre qué era lo que pensaba en escuchar, ya no debería de haber ninguna canción en el móvil. Me metí en ‘Reproductor de música’ y vi que tenía todas las canciones de Justin Bieber. Vaya. Puse una al azar. Antes de que se terminase esa canción, yo ya me había dormido.

Al día siguiente, me desperté al notar algo vibrando bajo mi almohada. Era el móvil. Abrí un ojo para ver quién me estaba llamando. Era Justin. Mierda. ¿Lo cojo o dejo que siga sonando? Opté por dejar que siga sonando. Dejé el móvil en la mesilla de noche y me di la vuelta para seguir durmiendo. Pero el móvil no paraba de sonar. Una y otra vez. Terminé cogiendo.

Yo: ¿Qué quieres?

Justin: ¿Te he despertado?

Yo: ¡No, qué va, yo siempre me despierto a las 8 de la mañana para mantener conversaciones telefónicas estúpidas! –dije con ironía.

Justin: Son las 12…

Yo: Me da igual. ¿Para qué has llamado?

Justin: Yo… bueno, quería disculparme por lo de ayer…

Yo: ¿Disculparte? ¿Por qué? Tú no me has hecho nada.

Justin: Ya sabes… lo del beso con Selena…

Yo: Mira, Justin, ella es tu novia. ¿Qué tiene de malo que la beses?

Justin: Pero es que tú… tú… te habías puesto a llorar y…

Yo: ¿Yo? ¿Llorar por ti? Mira, yo nunca lloro por chicos estúpidos. Se me debió de meter algo en el ojo…

Justin: ¿Segura?

Yo: Sí. ¿Algo más?

Justin: ¿Podemos quedar para comer? Necesito hablar contigo.

Yo: Bueno, si no hay más remedio…

Justin: Entonces te recojo dentro de una hora en el hotel.

Yo: Está bien.

Justin: Hasta entonces.

Yo: Adiós.

Colgué y tiré el móvil sobre la cama. Tenía dos opciones, levantarme y empezar a arreglarme, o seguir durmiendo. Estaba claro: seguir durmiendo. Me metí otra vez en la cama y cerré los ojos. Cuando los volví a abrir, alguien estaba llamando a la puerta.

Yo: ¿Sí?

Justin: Soy yo.

Me levanté y fui a abrirle la puerta.

Justin: Vaya, me imaginé encontrarte vestida y peinada, no en pijama y con esos pelos.

Yo: Pensé que venías a recogerme en una hora.

Justin: Ya ha pasado una hora.

Yo: ¡¿Qué hora es?!

Justin: La una y cinco.

¿Tanto tiempo había pasado? ¡Pero si solo ha sido cerrar los ojos por un momento!

Yo: ¡Lo siento, me he quedado dormida!

Justin sonrió de oreja a oreja.

Justin: Pues ve a vestirte.

Yo: Siéntate. Ahora mismo estoy lista.

Me metí en el baño y me di una ducha rápida. Salí del baño envuelta en una toalla para coger mi ropa. Me di cuenta de que Justin me seguía con la mirada en cada uno de los movimientos que hacía y me sonrojé. Recogí mis cosas y me volví a meter al baño. Me puse esto:



Me alisé el pelo y lo dejé suelto.

Yo: Ya estoy lista.

Justin: Venga, vámonos. Tengo el coche aparcado justo allí abajo.

Cuando salimos por la puerta de recepción, una multitud de chicas se abalanzó sobre nosotros. Bueno, en realidad se abalanzaron sobre él, así que yo me abrí paso hasta llegar al coche. Él me siguió mientras iba firmando algunos autógrafos. Abrimos la puerta y nos subimos como pudimos.

Yo: ¿Siempre es así?

Justin: ¿Así el qué?

Yo: Pues que si siempre te persiguen de esta forma.

Justin: Sí. Yo lo que no sé es cómo saben siempre dónde estoy.

Yo: Para algo son tus fans…

Justin: Son algo más que fans. Son parte de mi familia.

Yo: A mí no me vengas con eso…

Justin: En serio. Para mí, mis Beliebers son muy importantes; sin ellos, yo no estaría aquí.

Yo: Bonito coche –dije tratando de cambiar de tema.- Parece un espejo con ruedas.

Justin: Haha sí, la gente suele hacer bromas al respecto.

Yo: Pues a mí me gusta. Es especial.

Justin: A mí también.

Llegamos a un restaurante de lujo situado sobre una pequeña colina. Justin aparcó y ambos nos bajamos del coche. Entramos en el restaurante.

Justin se acercó a un hombre trajeado, con un pinganillo en la oreja, que estaba sentado detrás de un ordenador.

Justin: Buenas tardes. Tengo una reserva para la una y media.

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