lunes, 10 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 17: "Un laaaaaaargo día"


Yo: No necesito tu ayuda, Bieber.

Justin: Pero yo quiero ayudarte…

Yo: Déjalo. No intentes preocuparte por los demás. Ocúpate de tu propia vida, y procura no meterte en la mía.

Seguí caminando. No me importaba lo que dijese la gente sobre él. Yo simplemente le odiaba. Sí, eso es. Le odio. Todas esas mariposillas en mi estómago, y todos esos sentimientos eran falsos. Todos falsos. Yo no siento nada por él. Absolutamente nada…

Me dirigí hacia la piscina para recoger mis cosas. No me apetecía hacer nada ni hablar con nadie.

Charlie: ¿Qué ha pasado?

Jodie: ¿Estás bien?

Yo sonreí e intenté aparentar estar bien.

Charlie: Habíamos pensado en ir a dar una vuelta por allí con Christian y nos preguntábamos si Justin y tú os queríais venir.

¡Bingo! Conque ese chico de ojos verdes se llama Christian.

Yo: Justin no sé, pero a mí no me apetece. Creo que voy a volver a mi casa.

Me puse el vestido por encima del bañador y me despedí de todos.

Al salir a la calle, me tropecé con la madre de Charlie y con…

Yo: ¿Mamá? ¿Qué haces aquí?

Mamá: Me he encontrado con Charlene por la calle y he decidido pasar por aquí. Y tú, ¿a dónde vas?

Yo: A casa.

Mamá: ¿No habíamos quedado en recogerte después de cenar?

Yo: Lo sé…

Mamá: Bueno, ya que estoy aquí, ¿quieres que te lleve a casa ahora?

Yo: Sí…

Mi madre se despidió de Charlene con dos besos y un ‘Hasta luego’ y nos fuimos.

Yo: ¿Dónde está aparcado el coche?

Mamá: A la vuelta de la esquina.

Un minuto después, ya estaba sentada en el asiento del co-piloto del coche de mi madre, abrochándome el cinturón y deseando que el día se terminase rápido.

Mamá: Esta tarde te he llamado un millón de veces al móvil. ¿Por qué no cogías?

Yo: Mamá, tengo que contarte una cosa… -no sabía cómo decírselo sin que se enfadase.- La verdad es que… mi móvil ha muerto.

Mamá: ¡¿Cómo?! ¡¿Qué ha pasado?!

Yo: Pues nada, que estaba yo en la piscina escuchando música…

Mamá: ¡Y cómo se te ocurre meterte en la piscina con el móvil!

Yo: Siempre lo he hecho, y nunca ha pasado nada.

Mamá: Claro. Nada… hasta hoy. Siempre hay un principio, una primera vez –empezó mi madre a regañarme.

Yo: ¡Pero no habría pasado nada si a Justin no se le hubiese ocurrido hacer esa tontería… -intenté defenderme en vano.

Mamá: No le eches la culpa a los demás. Échatela a ti misma. Eres tú quien metió el móvil en la piscina, sabiendo que allí se puede mojar. Es tu móvil, así que también es tu responsabilidad cuidar de él.

Yo: Ya… -no serviría de nada discutir.

Mamá: ¿Y se ha mojado mucho?

Yo asentí con la cabeza.

Mamá: Bueno, mañana lo llevaremos a la tienda a ver si lo pueden arreglar.

Yo: Vale…

Llegamos al hotel, donde estaba mi padre esperándonos.

Mamá: ¿Qué tal tu día? –le preguntó nada más verle.

Papá: Tengo buenas noticias. Empiezo a trabajar el lunes que viene, es decir, mañana no, sino el de la semana que viene. Volveré los fines de semana a casa…

Yo: ¿Sólo los fines de semana?

Papá: Sí, cielo. Nueva York está muy lejos de Atlanta y no queda otro remedio. De todas formas, en seguida nos acostumbraremos a nuestra nueva vida.

Yo: Sí, bueno…

Papá: Y también hemos hablado sobre la casa. Me han enseñado varias propuestas y les tengo que dar la respuesta definitiva antes del martes. Mirad… -abrió su maletín y sacó varios folios.- Aquí tenéis las distintas opciones a elegir –se sentó en la cama y nos hizo sentarnos a su lado.- Aquí os vienen unas fotos del interior y exterior de la casa –dijo señalando cada cosa- y aquí la información.

Mamá: A ver… -cogió los folios y los miró detenidamente. Luego me los pasó a mí.

Papá: Mientras los miráis, yo voy a darme un baño –cogió sus cosas y desapareció por la puerta.

Mamá: ¿A ti cuál te gusta más?

Yo: No sé, todas son preciosas. Ésta de aquí no está mal.

Mamá: Sí. Mira, y ésta de aquí tiene su propio gimnasio.

Yo: Ayy, mira qué jardín más bonito.

Mamá: Esa de allí no está nada mal.

Pasamos el resto de la tarde comentando lo bonitas que eran todas las casas.

Llegó la hora de la cena, y aún no nos habíamos decidido por ninguna. Entonces me di cuenta de que todavía llevaba el trikini de Charlie puesto.

Yo: Voy a ducharme y a cambiarme de ropa.

Mamá: No tardes, ahora mismo vamos a bajar para cenar.

Yo: Entendido.

Fui corriendo a mi habitación, me quité el vestido y el trikini y me metí en la ducha. El agua estaba ardiendo, pero ni lo noté. Solo pensaba en que dentro de poco iba a irme del hotel. ¡Bien! Por fin, de vuelta a una habitación MÍA de verdad, a una casa donde yo pudiese hacer lo que quisiese a la hora que quisiese, donde no tengo que avergonzarme por salir en pijama al pasillo para llegar a la habitación de mis padres.

Terminé de ducharme, me sequé el pelo y me puse esto:


Me alisé el pelo y me hice una coleta alta. Sí, a mí me gusta ir arreglada.

Bajamos al restaurante del hotel y cenamos tranquilamente. Yo me sentía feliz. Por fin pasa algo bueno desde que llegamos a Atlanta…

Terminamos de cenar y yo volví a mi habitación. Como no tenía nada que hacer, ya no tenía móvil, y mi portátil estaba con el resto de las cosas de la mudanza, decidí acostarme pronto.

Me cambié, me puse el pijama y me metí en la cama. Pero no conseguía dormirme.

Después de haber estado dando vueltas y vueltas en mi cama durante un periodo de tiempo que a mí se me hizo eterno, decidí encender la tele. Estaban dando las noticias, y en ese mismo momento estaban hablando de… ¿Justin Bieber?

No me enteré de nada, solo de que hoy había sido vista con su novia, Selena Gómez, cenando en nosequé restaurante. ¿Por qué la gente es tan cotilla? ¿Qué más les da que Justin haya salido a cenar con su novia? En fin. Cambié de canal, pero en ningún sitio había nada interesante. Me cansé de hacer zapping y decidí dejarlo en el canal que saliese. Unos minutos después, me quedé dormida viendo una telenovela.

Al día siguiente, me quedé dormida hasta muy tarde. No sé exactamente hasta qué hora, no tenía dónde mirarla.

Me duché y me cambié. Después, me pasé por la habitación de mis padres.

Llamé a la puerta varias veces, pero no hubo contestación. ¡Qué raro! Volví a mi habitación y me tiré sobre mi cama. En ese momento, algo se cayó de mi cama. Me agaché y lo recogí. Era un sobre. Lo abrí y vi que eran las hojas del otro día, esas de las casas. También había una nota firmada por mi madre:

“Cariño, tu padre y yo hemos salido. Si tienes hambre, baja a desayunar algo. Volveremos enseguida. Mientras tanto, ojea los papeles y decídete por una casa. Recuerda que la respuesta definitiva la tenemos que dar mañana. Te queremos.

                                                                        Mamá.”

Me puse a mirar detenidamente las casas y a descartar algunas. Es difícil decidir dónde quieres vivir el resto de tu vida. Bueno, el resto no, pero hasta que te busques casa propia, tendrás que vivir allí…

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