Yo: No necesito tu ayuda,
Bieber.
Justin: Pero yo quiero
ayudarte…
Yo: Déjalo. No intentes
preocuparte por los demás. Ocúpate de tu propia vida, y procura no meterte en
la mía.
Seguí caminando. No me
importaba lo que dijese la gente sobre él. Yo simplemente le odiaba. Sí, eso
es. Le odio. Todas esas mariposillas en mi estómago, y todos esos sentimientos
eran falsos. Todos falsos. Yo no siento nada por él. Absolutamente nada…
Me dirigí hacia la piscina
para recoger mis cosas. No me apetecía hacer nada ni hablar con nadie.
Charlie: ¿Qué ha pasado?
Jodie: ¿Estás bien?
Yo sonreí e intenté
aparentar estar bien.
Charlie: Habíamos pensado en
ir a dar una vuelta por allí con Christian y nos preguntábamos si Justin y tú
os queríais venir.
¡Bingo! Conque ese chico de
ojos verdes se llama Christian.
Yo: Justin no sé, pero a mí
no me apetece. Creo que voy a volver a mi casa.
Me puse el vestido por
encima del bañador y me despedí de todos.
Al salir a la calle, me
tropecé con la madre de Charlie y con…
Yo: ¿Mamá? ¿Qué haces aquí?
Mamá: Me he encontrado con
Charlene por la calle y he decidido pasar por aquí. Y tú, ¿a dónde vas?
Yo: A casa.
Mamá: ¿No habíamos quedado
en recogerte después de cenar?
Yo: Lo sé…
Mamá: Bueno, ya que estoy
aquí, ¿quieres que te lleve a casa ahora?
Yo: Sí…
Mi madre se despidió de
Charlene con dos besos y un ‘Hasta luego’ y nos fuimos.
Yo: ¿Dónde está aparcado el
coche?
Mamá: A la vuelta de la
esquina.
Un minuto después, ya estaba
sentada en el asiento del co-piloto del coche de mi madre, abrochándome el
cinturón y deseando que el día se terminase rápido.
Mamá: Esta tarde te he
llamado un millón de veces al móvil. ¿Por qué no cogías?
Yo: Mamá, tengo que contarte
una cosa… -no sabía cómo decírselo sin que se enfadase.- La verdad es que… mi
móvil ha muerto.
Mamá: ¡¿Cómo?! ¡¿Qué ha
pasado?!
Yo: Pues nada, que estaba yo
en la piscina escuchando música…
Mamá: ¡Y cómo se te ocurre
meterte en la piscina con el móvil!
Yo: Siempre lo he hecho, y
nunca ha pasado nada.
Mamá: Claro. Nada… hasta
hoy. Siempre hay un principio, una primera vez –empezó mi madre a regañarme.
Yo: ¡Pero no habría pasado
nada si a Justin no se le hubiese ocurrido hacer esa tontería… -intenté defenderme
en vano.
Mamá: No le eches la culpa a
los demás. Échatela a ti misma. Eres tú quien metió el móvil en la piscina,
sabiendo que allí se puede mojar. Es tu móvil, así que también es tu
responsabilidad cuidar de él.
Yo: Ya… -no serviría de nada
discutir.
Mamá: ¿Y se ha mojado mucho?
Yo asentí con la cabeza.
Mamá: Bueno, mañana lo
llevaremos a la tienda a ver si lo pueden arreglar.
Yo: Vale…
Llegamos al hotel, donde
estaba mi padre esperándonos.
Mamá: ¿Qué tal tu día? –le
preguntó nada más verle.
Papá: Tengo buenas noticias.
Empiezo a trabajar el lunes que viene, es decir, mañana no, sino el de la
semana que viene. Volveré los fines de semana a casa…
Yo: ¿Sólo los fines de
semana?
Papá: Sí, cielo. Nueva York
está muy lejos de Atlanta y no queda otro remedio. De todas formas, en seguida
nos acostumbraremos a nuestra nueva vida.
Yo: Sí, bueno…
Papá: Y también hemos
hablado sobre la casa. Me han enseñado varias propuestas y les tengo que dar la
respuesta definitiva antes del martes. Mirad… -abrió su maletín y sacó varios
folios.- Aquí tenéis las distintas opciones a elegir –se sentó en la cama y nos
hizo sentarnos a su lado.- Aquí os vienen unas fotos del interior y exterior de
la casa –dijo señalando cada cosa- y aquí la información.
Mamá: A ver… -cogió los
folios y los miró detenidamente. Luego me los pasó a mí.
Papá: Mientras los miráis,
yo voy a darme un baño –cogió sus cosas y desapareció por la puerta.
Mamá: ¿A ti cuál te gusta
más?
Yo: No sé, todas son
preciosas. Ésta de aquí no está mal.
Mamá: Sí. Mira, y ésta de
aquí tiene su propio gimnasio.
Yo: Ayy, mira qué jardín más
bonito.
Mamá: Esa de allí no está
nada mal.
Pasamos el resto de la tarde
comentando lo bonitas que eran todas las casas.
Llegó la hora de la cena, y
aún no nos habíamos decidido por ninguna. Entonces me di cuenta de que todavía
llevaba el trikini de Charlie puesto.
Yo: Voy a ducharme y a
cambiarme de ropa.
Mamá: No tardes, ahora mismo
vamos a bajar para cenar.
Yo: Entendido.
Fui corriendo a mi
habitación, me quité el vestido y el trikini y me metí en la ducha. El agua
estaba ardiendo, pero ni lo noté. Solo pensaba en que dentro de poco iba a irme
del hotel. ¡Bien! Por fin, de vuelta a una habitación MÍA de verdad, a una casa
donde yo pudiese hacer lo que quisiese a la hora que quisiese, donde no tengo
que avergonzarme por salir en pijama al pasillo para llegar a la habitación de
mis padres.
Terminé de ducharme, me
sequé el pelo y me puse esto:
Me alisé el pelo y me hice
una coleta alta. Sí, a mí me gusta ir arreglada.
Bajamos al restaurante del
hotel y cenamos tranquilamente. Yo me sentía feliz. Por fin pasa algo bueno
desde que llegamos a Atlanta…
Terminamos de cenar y yo
volví a mi habitación. Como no tenía nada que hacer, ya no tenía móvil, y mi
portátil estaba con el resto de las cosas de la mudanza, decidí acostarme
pronto.
Me cambié, me puse el pijama
y me metí en la cama. Pero no conseguía dormirme.
Después de haber estado
dando vueltas y vueltas en mi cama durante un periodo de tiempo que a mí se me
hizo eterno, decidí encender la tele. Estaban dando las noticias, y en ese
mismo momento estaban hablando de… ¿Justin Bieber?
No me enteré de nada, solo
de que hoy había sido vista con su novia, Selena Gómez, cenando en nosequé
restaurante. ¿Por qué la gente es tan cotilla? ¿Qué más les da que Justin haya
salido a cenar con su novia? En fin. Cambié de canal, pero en ningún sitio
había nada interesante. Me cansé de hacer zapping y decidí dejarlo en el canal
que saliese. Unos minutos después, me quedé dormida viendo una telenovela.
Al día siguiente, me quedé
dormida hasta muy tarde. No sé exactamente hasta qué hora, no tenía dónde
mirarla.
Me duché y me cambié. Después,
me pasé por la habitación de mis padres.
Llamé a la puerta varias
veces, pero no hubo contestación. ¡Qué raro! Volví a mi habitación y me tiré
sobre mi cama. En ese momento, algo se cayó de mi cama. Me agaché y lo recogí.
Era un sobre. Lo abrí y vi que eran las hojas del otro día, esas de las casas.
También había una nota firmada por mi madre:
“Cariño, tu padre y yo hemos
salido. Si tienes hambre, baja a desayunar algo. Volveremos enseguida. Mientras
tanto, ojea los papeles y decídete por una casa. Recuerda que la respuesta
definitiva la tenemos que dar mañana. Te queremos.
Mamá.”
Me puse a mirar
detenidamente las casas y a descartar algunas. Es difícil decidir dónde quieres
vivir el resto de tu vida. Bueno, el resto no, pero hasta que te busques casa
propia, tendrás que vivir allí…
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