domingo, 16 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 18: "¿A qué viene ésto?"


“Cariño, tu padre y yo hemos salido. Si tienes hambre, baja a desayunar algo. Volveremos enseguida. Mientras tanto, ojea los papeles y decídete por una casa. Recuerda que la respuesta definitiva la tenemos que dar mañana. Te queremos.

                                                                        Mamá.”

Me puse a mirar detenidamente las casas y a descartar algunas. Es difícil decidir dónde quieres vivir el resto de tu vida. Bueno, el resto no, pero hasta que te busques casa propia, tendrás que vivir allí…

Todas me gustaban mucho. Es difícil escoger solo una.

Después de pensármelo mucho, me decidí por esta casa:


Tiene dos plantas: en el primer piso está la cocina, la habitación de mis padres (con su propio baño), el salón, el comedor, un baño con una bañera de hidromasaje, un garaje para dos coches y el jardín (donde está la piscina); en el segundo piso está mi habitación (que también tiene un baño y su propio vestidor), una sala que sirve como despacho y otra habitación.

 


Además, esta casa es la que más cerca está de la casa de Charlie. Yo la veía perfecta, no sé, tiene algo especial. Pero lo que me convenció del todo fue la bañera de hidromasaje…

Unas horas más tarde, mi madre entró en mi habitación.

Yo: ¿Cómo has entrado?

Mamá: ¿Cómo que cómo he entrado?

Yo: Pues que cómo es que tú tienes la llave de mi habitación…

Mamá: En recepción me dieron una copia. Ya sabes, para que tus padres también puedan entrar en tu habitación.

Yo: Ahhh, vale…

Mamá: Dime, ¿te has mirado lo de las casas?

Yo: Sí, y yo creo que ésta es la mejor –le enseñé la casa a la que me refería.

Mamá: Vale, avisaré a papá para que lo confirme.

Yo: ¡¿Pero en serio vais a quedaros con lo que yo decida?! No sé, quizás no sea la mejor casa… ¿A ti cual te gusta?

Mamá: Cariño, no seas tonta. Lo que tú elijas siempre estará bien. Ahora dime, ¿es ésta la casa que más te gusta de todas?

Yo: Supongo que sí…

Mamá: ¡Pues ya está! ¡Decidido! Nos quedamos con ésta.

Yo: Gracias, mamá.

Ella me dio un abrazo.

Mamá: De nada, amor. ¿Qué vas a hacer ésta tarde?

Yo: Nada. Dormir.

Mamá: Perfecto, si no tienes nada que hacer, voy a enseñarte a conducir.

Yo: ¡¿EN SERIO?! ¡QUÉ ILUSIÓN!

Mamá: Vaya, sí que te has emocionado. ¡Pero si no es la primera vez que conduces!

Yo: Ya, pero esto es distinto. ¡Voy a aprender a conducir para sacarme el carnet! ¡Yo sola! ¡En la calle!

Mamá: Sí, pero primero tenemos que ir a que arreglen tu móvil…

Yo: Ah, sí. Es verdad.

Mamá: Ahora vuelvo. Prepárate para ir a comer.

Yo: ¿A comer ahora?

Mamá: ¿No tienes hambre?

Yo: Bueno, un poco sí…

Mamá: Corre.

Salió de mi habitación cerrando la puerta. Las ganas de conducir me dieron el poder de la súper-velocidad, porque me puse la ropa y los zapatos y me arreglé en apenas 2 minutos. Me puse esto:



Salí corriendo en dirección a la habitación de mis padres y, por el camino, tropecé con alguien. No me fijé en quién era, solté un ‘Disculpa’ y seguí caminando. Entonces oí una voz angelical que me había llamado por mi nombre… Espera, ¿he dicho angelical? ¡Quería decir odiosa, asquerosa, repugnante! Me di la vuelta, y allí estaba. ¿Qué narices hace él aquí?

Yo: ¿Qué estás haciendo aquí?

Justin: Vengo para darte ésto –me enseñó una caja envuelta con un lazo.

Yo: A ver, ¿qué es? –dije sin coger la caja. Yo no quería tener nada de él.

Justin: Tú solo ábrelo.

A regañadientes, cogí la caja y la abrí. La sorpresa me la llevé cuando vi que era un móvil. Exactamente, era un iPhone. Como el mío.

Yo: ¿A qué viene ésto?

Justin: Bueno… verás… me sentía mal por haberte destrozado tu móvil y pensé que te lo debía.

Yo: No deberías de haberte molestado.

Justin: Pero es que se te veía tan triste y tan…

Yo: Te dije que no te metieses en mi vida –le corté en seco. Yo no quería darle pena a nadie, y menos al mismísimo Justin Bieber.

Justin: De todas formas, ¿te lo vas a quedar? Sonrió de oreja a oreja.

Yo: Mmm…

Justin: Por favor…

Yo: Vale, pero sólo porque así te vas a callar y me vas a dejar en paz, ¿verdad?

Justin asintió con la cabeza sin perder la sonrisa.

Yo: Bueno, me tengo que ir. Gracias por esto –agité el móvil en el aire y me di la vuelta, metiéndolo de nuevo en la caja.

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