Papá: Cielo, quería avisarte
de que hay un pequeño cambio de planes. Me acaban de llamar desde el trabajo,
dicen que no vamos a mudarnos a Nueva York…
Yo: ¡En serio! –intenté
disimular mi alegría- Qué pena, me hubiera gustado decir que mi padre trabaja
en Wall Street.
Papá: Y lo vas a poder
hacer, cielo. Voy a seguir trabajando ahí, lo que pasa es que la casa que nos
habían dado no está dentro de los márgenes de la legalidad porque le faltan
ciertos papeles para ponerlo todo en regla. Así que nos están buscando otra
casa.
Yo: Pero todas nuestras
cosas están ya en Nueva York...
Papá: Como ha sido un error
de la compañía, van a transportar gratuitamente las cosas hasta nuestra nueva
casa. Vamos, que no tenemos que preocuparnos de eso.
Yo: ¡Ah! ¿Y mamá sabe todo
esto?
Papá: Claro que lo sabe. De
hecho, ella está llamando a la compañía aérea para retrasar nuestro vuelo.
Yo: Aww, vale, gracias por
avisarme.
Papá: De nada, cielo. Voy a
ver cómo va tu madre.
Mmm… ¿Cómo será mi futuro
hogar? ¿Cómo será mi habitación? ¿A qué colegio iré entonces? Me tumbé en la
cama porque me estaba mareando. Yo SIEMPRE me he opuesto a las mudanzas. ¡No se
me da bien empezar desde cero! Entre que soy tímida, poco sociable, y demás
defectos, no sé si seré capaz de rehacer mi vida social.
Terminé de recoger mis
cosas, así que decidí salir a dar una vuelta y visitar por última vez todos los
lugares en los que he crecido. Cogí el móvil, las llaves y algo de dinero, y
los metí en mi bolso. Bajé al salón y vi a mi madre peleándose con el teléfono.
Me asomé por la cocina, y allí encontré a mi padre.
Yo: Papá, que voy a salir.
Papá: Está bien, no vuelvas
muy tarde.
Yo: Okay.
Fui paseando lentamente por
las calles, respirando por última vez este aire londinense, observando con
detalle cada árbol, cada rama, cada hoja…
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