Una mano apareció de la
nada y lo recogió, poniéndolo encima de todo el montón de cosas que llevaba yo
encima.
Yo: ¡Gracias!
¿?: De nada…
Levanté la mirada y vi a
un chico, más o menos de mi edad, bastante alto, rubio y de ojos azules.
¿?: ¿Quieres que te
traiga una cesta o algo?
Yo: Eh… ¡no! ¡No hace
falta!
¿?: ¿Segura?
Yo: Sí, sí. Esto… ¡soy
Bonnie!
¿?: Yo soy Ryan.
Encantado de conocerte. Mmm, ¿estás segura de que no quieres que te ayude?
Entonces se me cayó el
bote de aceite al suelo.
Ryan: Vale,
definitivamente te tengo que ayudar. Trae- cogió todas las cosas con una
facilidad increíble, y se dirigió hacia las cajas registradoras.
Yo le seguí mientras
sacaba el móvil para mirar la hora. Eran las 2.
Charlie: ¡Eh, Bonnie! ¿A
dónde vas?
Entonces se percató del
chico que iba delante de mí ayudándome a llevar las cosas.
Charlie: Veo que has
estado muy bien acompañada…
El chico al que acabo de
conocer se dio la vuelta.
Ryan: ¡Charlie! ¡Cuánto
tiempo!
Charlie: ¡Hombre! ¡Pero
si es Ryan!
Ryan: ¿Qué tal, bonita?
–preguntó mientras le daba dos besos en la mejilla a Charlie.
Yo: ¿Os conocéis?
Charlie: Sí, él es un
amigo de Justin.
Ryan: Uno de los MEJORES
amigos –le corrigió.
Yo: Ah… Justin.
Charlie: ¿Y cómo es que
estás tú por aquí? ¿No vivías en Canadá?
Ryan: Sí, pero al final
uno se termina aburriendo de su casa y prefiere cambiar de aires.
Charlie: Haha sí, la
verdad es que está bien moverse de vez en cuando. ¿Y Justin sabe que estás
aquí?
Ryan: Le he llamado, pero
no me ha cogido el teléfono.
Charlie: Últimamente ha
estado muy ocupado.
Ryan: Sí, me lo comentó…
Empezaron a hablar, y yo
no me enteraba de nada. ¿No era que Charlie odiaba a Justin? ¿Por qué ahora
finge que le cae de maravilla? Me estoy perdiendo algo…
Charlie: Ryan, ¿quieres
venirte a mi casa a comer?
Ryan: Es una oferta
tentadora, pero no puedo. He quedado con unos amigos. La próxima vez, ¿sí?
Charlie: Bueno, vale. Ya
hablaremos.
Ryan: Vale. Hasta luego.
Adiós, Bonnie –dijo dirigiéndose a mí.
Me aseguré de que Ryan
estaba lo suficientemente lejos para que no nos pudiese oir.
Yo: ¿A qué ha venido eso?
–dije mientras metía la compra en bolsas.
Charlie: ¿A qué ha venido
el qué?
Yo: Pues lo de antes
–pagué a la cajera y cogí mis bolsas.
Charlie: No sé a qué te
refieres –pagó sus cosas con nerviosismo y se dirigió hacia la salida.
Yo fui tras ella.
Llegamos al coche de
Charlie y ella me ayudó a meter las bolsas en el maletero.
Ambas nos metimos en el
coche y nos pusimos los cinturones.
Yo: Dime…
Charlie: ¿Sí? –dijo con
inocencia.
Yo: ¿Qué es lo que me
estás ocultando?
Charlie: Nada.
Aunque ella se empeñaba
en ocultarlo, yo sabía que había algo. La miré fijamente a los ojos durante
todo el camino, hasta que por fin aparcó frente a mi casa.
Charlie: ¡Deja de
mirarme! ¡Me intimidas!
Yo: Pues dímelo.
Charlie: Decirte… ¿el
qué?
Yo: Sabes perfectamente
de qué estoy hablando.
Charlie: ¡Argh! Te lo
diré, pero prométeme que guardarás el secreto.
Yo: ¡Claro! –sonreí
animándola a contarme lo que sea.
Charlie: Mmm… -dudó antes
de decírlo- Vale, estoy enamorada de Ryan. Y me vuelvo tonta cuando estoy
delante suyo.
Yo: ¿Solo eso? –no sé por
qué, pero esa respuesta no me convencía del todo.
Charlie: Sí, lo sé, es
una tontería…
Yo: Sabes que puedes
contarme lo que sea.
Charlie: Sí, sí. Ya lo
sé.
Yo: Pues eso. En fin. Que
me voy.
Me bajé del coche y saqué
las bolsas del maletero. Vi cómo su coche se alejaba por la calle y entré en
casa.
Empecé a colocar la
compra en la cocina, mientras ponía la radio a todo volumen.
Yo: Have you ever seen the girl of your dreams, she´s
just ten steps from me, she´s the one. I know everybody´s dancing around, and
the music´s so loud, you´re so hot -cogí el bote de mayonesa como micrófono y
empecé a bailar por toda la cocina.- Feel the rhythm, feel the beat of my
heart…
Entonces alguien llamó al
timbre. Supuse que era mi madre y que se le habrían olvidado las llaves dentro
de casa.
Bajé el volumen de la
radio y fui a abrir la puerta.
Yo: ¡¿Jodie?! ¿Qué estás
haciendo aquí?
Jodie: Es que he visto la
noticia esa, y quería enterarme de la versión completa de la historia.
Yo: Ah, ya. Eso… –dije
con un poco de asco.
Jodie: ¿Puedo pasar?
Yo: ¡Ah, claro! ¡Pasa,
pasa!
Me eché a un lado para
dejarle pasar y cerré la puerta tras ella.
Jodie dejó sus cosas en
el salón y nos sentamos en la mesa de la cocina.
Jodie: A ver, ¿cómo ha
ocurrido? No, no… ¿cuándo empezó? No, no… espera…
Yo: Aclárate –dije entre
risas. Su nerviosismo me hizo gracia.- Pregúntame y yo te respondo en orden,
¿sí?
Jodie: Vale –respiró
hondo y soltó- ¿es verdad lo que dicen las noticias?
Yo: Depende.
Jodie: ¿Depende? –levantó
una ceja- ¿De qué?
Yo: Pues depende de qué
parte –me levanté y empecé a poner los cacharros y las sartenes a fuego lento.
Había pensado en hacer yo la cena.
Yo: Jodie, ¿vas a
quedarte a comer?
Jodie: Eh… supongo que sí.
Me quedé en silencio,
mientras echaba los macarrones en una olla llena de agua hirviendo.
Jodie: No me hagas
sacarte la información como un sacacorchos… Venga, ¡suelta!
Yo: ¿Qué quieres que te
diga? A ver, Justin y yo nos hemos estado viendo, pero no como amantes… o lo
que sea que diga la gente… Quiero decir, yo soy algo así como su empleada,
porque voy a ser la próxima “chica” de su videoclip –dije imitando la expresión
que horas antes había utilizado Selena.
Jodie: ¿¡En su
videoclip!? ¿¡En el del mismísimo Justin Bieber!? Charlie no lo sabrá, ¿no?
Porque ella… ¡Ooops! –se tapó la boca con ambas manos y abrió mucho los ojos.
Yo: ¿Porque ella…? –me
había quedado con la intriga.
Jodie: No puedo decírlo.
Yo: No me dejes con la
intriga.
Jodie: De verdad, tía, no
puedo –cogió una servilleta y empezó a juguetear con ella, doblándola y
desdoblándola.
La miré fijamente a los
ojos.
Jodie: No me mires así.
Yo: Dejaré de mirarte así
si me lo cuentas –al parecer, mi mirada es intimidante.
Jodie se levantó y se
apoyó en la encimera.
Jodie: Verás… a Charlie
le gusta Justin…
Yo: ¡¡No puede ser!!
Jodie: ¿Por qué no?
Yo: ¡¡Porque antes me
dijo que le gustaba Ryan!!
Jodie: ¡¡NO!!
YO: ¡¡Sí!!
Jodie arrugó el
entrecejo.
Jodie: Yo tengo una
teoría.
Yo: ¿Cuál?
Jodie: Desde que
apareciste tú, Justin nos ha hecho muchísimo más caso. Quiero decir, antes, él
no sabía ni que existíamos. Y ahora… pues ya ves. Yo creo que Charlie te está
utilizando. Y no me extraña.
Yo: ¿Por qué?
Jodie: Ya lo ha hecho más
de una vez. Ella se cree una reina porque es la hija de un multimillonario
propietario de los mejores Clubs de Campo de toda América. La verdad es que
ahora me siento mal…
Yo: ¿Por qué? –vale, hoy
no paro de repetir esa pregunta.
Jodie: Pues porque yo
siempre he ido tras ella. He sido su “perrito faldero” durante todos estos
años. No me lo puedo creer… Verás, yo de pequeña no tenía amigos. Era la típica
friki con aparato dental y gafotas. Pero la conocí a ella a través de mis
padres. Mis padres son amigos de los padres de Charlie. Juegan al golf juntos.
Así que Charlie y yo nos hicimos amigas. Yo me sentí muy feliz. Pensé que ella
me aceptaba tal y como soy. Me alegraba tener una amiga, aunque ahora me he
dado cuenta de que nunca fue una amiga de verdad. Me ha utilizado para
conseguir lo que ella quería. ¡Cómo he podido no darme cuenta…!
Yo: No te pongas así. Al
menos, ahora sabemos cómo es en realidad.
Jodie: ¿Y qué más te ha
dicho?
Yo: Que odia a Justin.
Jodie: Para que tú
también le termines odiando y tenerle libre para ella.
Yo: Y se ha comportado
como… no sé, como demasiado cariñosamente con Ryan, no sé cómo definirlo…
Jodie: Ryan está colado
por Charlie, pero ella no va a salir con él porque “Justin se pensará que ella es
una puta que sale con el primero que se lo pide” –dijo imitando a Charlie.
Yo: Ahh… Pásame la sal…
-le señalé el primer cajón.
Jodie: ¿Y qué vas a
hacer?
Yo: Supongo que hablaré
con ella.
Jodie: …
Entonces oímos a mi madre
entrar por la puerta.
Mamá: Sniff, sniff… ¡aquí
huele de maravilla!
Yo: Sí, estoy haciendo
unos macarrones con una receta familiar secreta. Shh… no se lo contéis a nadie…
-puse el dedo índice sobre mis labios.
Mi madre se rió.
Mamá: Venga, deja que te
eche una mano. Id a poner la mesa.
Jodie cogió los platos y
yo saqué los cubiertos, y fuimos colocándolos sobre la mesa. Lo hicimos en
silencio; no íbamos a hablar de cotilleos delante de mi madre.
Después de cenar, mi
madre recogió la mesa, mientras Jodie y yo nos subimos a mi cuarto.
Jodie: Vaya. Bonita
habitación. Es la primera vez que entro.
Yo: Es el tercer día en
que estoy aquí. Eres la primera, aparte de mis padres y yo, en entrar.
Jodie: ¡Vaya, es todo un
honor! ¿Y se supone que me debería de sentir orgullosa?
Yo: Sí –cogí un peluche y
me senté en la cama, abrazándolo.
Jodie: ¿Y eso?
Yo: ¿El qué?
Jodie señaló un sobre que
había sobre el escritorio, apoyado sobre un marco de foto. Ponía mi nombre.
Lo cogí y lo abrí. Dentro
había una carta. Era de mi padre.
hola
ResponderEliminarsigue escribiendo, me gusta tu novela