jueves, 1 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 29: "Verdades al descubierto"


Yo: ¿Sí?

¿?: Te he estado llamando todo el rato al móvil, ¿por qué no has cogido?

Yo: Ehh, ¿quién eres? –era una voz femenina. Me sonaba de algo, pero no conseguía reconocerla.

¿?: ¡Soy yo!

Yo: Eso no me ha aclarado nada…

¿?: ARGH, SOY CHARLIE.

Yo: ¡Ahh! ¡Charlie! ¿Qué te ha pasado en la voz? ¡La tienes muy ronca!

Charlie: No me ha pasado nada.

Yo: ¿Y quién te ha dado el número del teléfono fijo de mi casa? –yo no recordaba habérselo dado.

Charlie: Llevo toda la mañana llamándote al móvil, pero no cogías. Acaba de volver mi madre a casa, y se lo he pedido. Ella sí que lo tenía.

Yo: Ahhhhh… ¿Y qué querías?

Charlie: ¡No lo sé! ¡Eres tú quien me ha llamado esta mañana diciéndome que me vaya a tu casa!

Yo: ¡AH, SÍ! ¿Podemos quedar en el McDonald´s de al lado de tu casa?

Charlie: Te veo en media hora.

Yo: Vale.

Colgué el teléfono. Mi madre estaba en la cocina.

Yo: Mamá, voy a salir a comer con Charlie. ¿No pasará nada si te quedas sola en casa?

Mamá: Te he dicho que estoy embarazada, no minusválida.

Yo: Ya, pero…

Mamá: No hay peros. No me va a pasar nada, de verdad. Vete y diviértete.

Yo: Mmm, vale. Voy a subir a cambiarme.

Mi madre asintió con la cabeza. Subí corriendo a mi cuarto y me puse esto:



Metí el móvil, las llaves y algo de dinero en el bolso, y volví a bajar corriendo por las escaleras.

Mi madre estaba en su habitación. Abrí un poquito la puerta y asomé la cabeza. Ella estaba sentada frente a su ordenador.

Yo: Mamá, me voy.

Mi madre se dio la vuelta.

Mamá: Vale, no vuelvas muy tarde. Te quiero –me lanzó un beso.

Yo: Yo también te quiero –cogí el “beso” al vuelo y lo aplasté contra mi mejilla. Mi madre soltó una risita.

Cerré la puerta de su habitación y me fui.

La calle estaba desierta, no había nadie. Cogí un taxi, ya que si iba en autobús me iba a perder.

Le di la dirección al taxista y esperé pacientemente, mientras observaba la ciudad a través de la ventana, hasta llegar a la casa de Charlie. Pagué al taxista y me bajé.

Desde allí, fui andando hasta el McDonald´s, no estaba muy lejos y yo recordaba perfectamente el camino porque ya fui una vez con Charlie y Jodie.

Llegué al McDonald´s, pedí un helado y me senté en una mesa a comérmelo mientras esperaba a Charlie. Llegaba tarde.

Pasaron 5 minutos. 10 minutos. 15 minutos. Se estaba retrasando muchísimo. Me terminé el helado y decidí irme.

Cuando fui a tirarlo a la basura, la vi entrando con un chico al que yo no conocía. Se dieron un beso y él se fue en dirección a los baños. Ella me vió y se acercó a mí.

Charlie: ¡Hola!

Yo: ¿Quién es ese chico? –pregunté con curiosidad.

Charlie: Ah, no es nadie.

Yo: Alguien tiene que ser…

Charlie: ¿Y A TI QUÉ MÁS TE DA? –empezó a levantarme la voz.

Yo: HABLÓ AQUÍ LA QUE LLEGA MEDIA HORA TARDE… -le dije en el mismo tono de voz.

Charlie: ¡Claro! ¡Porque tengo mejores cosas que hacer que quedar contigo!

No iba a dejar que me gritase.

Yo: ¡Eh, eh! ¡A mí no me grites!

Charlie: A ver, ¿de qué querías hablar conmigo? –dijo de mal humor.

Yo: Pues de lo falsa que eres -lo dejé claro.- No he venido para dar rodeos.

Charlie: ¿FALSA? ¿YO? Pff, por favor. ¿Quién te ha dicho eso?

Yo: Nadie. Hay cosas que son OBVIAS.

Charlie: ¿Obvias? A ver, dime el qué.

Yo: Pues vale. Empecemos por la parte de “Mira cómo alguien manipula a los demás y consigue siempre salirse con la suya”. O mejor por la de “La señorita se monta la fiesta de su vida con cualquier hombre y luego dice que está enamorada”. O si no por la de…

Charlie: ¡Ya basta! –me interrumpió.- ¿Qué estás insinuando?

Yo: Yo no insinúo nada. Eres tú quien se siente identificada con esas frases…

Charlie: Para empezar, yo no manipulo a nadie. Y no es mi culpa que no sepas ganarte a un hombre...

Entonces llegó el chico (ese que minutos antes se había ido al baño).

¿?: Hey, ¿nos vamos ya a darnos un revolconcito?

La miré con una mirada asesina.

Charlie: Ehh... ¿de qué está hablando? -se hizo la sueca.

¿?: Me prometiste otro buen polvo después de haber hablado con esa chica que odias tanto... Creo que se llamaba Bonnie...

Ví cómo Charlie le pegaba un pisotón por debajo de la mesa.

Yo: Conque era eso...

No quería empezar una pelea, así que recogí mis cosas y me fui, dejándola con la palabra en la boca.

Hoy no ha sido un gran día, pero me prometí ser lo más feliz posible, así que sonreí. Me esforce tanto en sonreir y centré tanto la atención en ello, que no me dí cuenta del chico que venía andando hacia mí, hasta que noté el impacto.

Yo: ¡Lo... lo siento mucho! -me agaché para recoger las pocas cosas que llevaba en el bolso y que se habían caído al suelo. Él se agachó y me ayudó a rescatar la batería del móvil, que se había metido debajo de un coche que había allí aparcado.

¿?: No te preocupes. Yo tampoco estaba mirando por dónde iba...

Cuando levantó la cabeza, le ví. Era un chico de ojos verdes, pelo castaño, sonrisa perfecta... Fue amor a primera vista.

Yo: No... no... si... esto... -empezé a tartamudear como una imbécil.

¿?: ¿Cómo te llamas?

Yo: Ehh... Bonnie. Me llamo Bonnie.

¿?: Pues encantado de conocerte... Bonnie. Bonito nombre. Yo soy Dylan.

Yo: ¡Qué guapo...!

Dylan: ¿¿Perdón??

Yo: Ésto, que digo que el nombre es muy guapo... me refiero a que es muy bonito...

Dylan esbozó una amplia sonrisa.

Dylan: ¿Tienes un bolígrafo?

Rebusqué en mi bolso y lo único que encontré fue el lápiz de ojos.

Yo: ¿Te sirve ésto?

Dylan cogió el lápiz y me apuntó su número de teléfono en la palma de la mano.

Dylan: Llámame, ¿lo harás?

Yo: Quizás... -le dejé con la duda.

Dylan se encogió de hombros y sonrió.

Dylan: Qué misteriosa -volvió a sonreir. Dicho ésto, se dió la vuelta y se fue.

Yo también me fui a mi casa. Una vez en mi habitación, tiré el bolso sobre la silla y me tumbé en la cama. Estaba cansada, no me apetecía hacer nada y tampoco tenía planes. Así que me quedé en esa posición, quieta, sin hacer absolutamente nada. Miré fijamente la lámpara del techo de mi habitación hasta que, en un determinado momento, me puse bizca y todo se volvió borroso. Volví a centrarme en la lámpara, pero era imposible. Probé con otra cosa, pero nada era capaz de captar mi atención. ¿Pero qué me estaba pasando? No podía concentrarme en nada.

Decidí bajar a la cocina para comer algo. Solo me había tomado un helado, y mis tripas se estaban quejando.

Al pasar por el salón, vi a mi madre leyendo revistas de maternidad.

Fui a la cocina, cogí un zumo de naranja de la nevera, y me fui al salón a sentarme al lado de mi madre.

Yo: ¿Qué estás leyendo?

Mi madre me acercó la revista y pude ver que estaba viendo artículos sobre cómo amueblar la habitación de un bebé. En la mesa había una montaña de revistas, y otras tantas esparcidas por el sofá.

Mamá: Podemos darle la habitación que sobra al bebé. La del piso de arriba. La que se supone que era un despacho.

Yo: Claro, ¿por qué no?

Mamá: Mira, he estado ojeando ésto y he encontrado esta cama... con este armario... y ésto... -empezó a juntar fotos e imágenes de muebles infantiles y a enseñarme las distintas posibilidades de combinación.

Yo: A mí me gusta la segunda opción. Pero quitando ésto y... -cogí otra revista que me había enseñado antes- ...añadiendo ésto.

Mamá: No se me había ocurrido... pero sí, la verdad es que es una buena idea. ¡Sí, me encanta!

Se levantó del sofa y empezó a dar vueltas por el salón, mientras hablaba sola.

Mamá: ¡Ya sé!

Cogió unas revistas que había enfrente del sofá y subió corriendo las escaleras. Supongo que iría a montarse otro monólogo en la futura habitación de mi hermanito o hermanita. La verdad es que no sé si va a ser niño o niña.

Volví a la cocina y abrí la nevera otra vez, esperando que aparezca, no sé, una tarta o algo así. Pero no. Así que cogí pan de molde y me hice un sándwich.

Cuando terminé, dejé el plato en la pila y me fui a mi cuarto. Miré el reloj: eran las 6 menos cuarto. Hacía mucho calor, así que decidí darme una ducha para refrescarme.

Al quitarme la blusa, me dí cuenta de que aún llevaba el número de teléfono escrito en la mano. Decidí llamarle.

Me puse el pijama, me senté en el suelo de mi habitación, enfrente de mi ventana, y marqué el número.

Sonó una vez, dos veces, tres veces. Pensé que no iba a coger, pero entonces oí su voz al otro lado.

Yo: ¿Dylan?

Dylan: ¿Sí?

Yo: Soy yo, Bonnie.

Dylan: Lo sé. Una voz así de preciosa es difícil de olvidar.

Yo: Aww, gracias.

Dylan: Al final te has decidido por llamar, ¿eh?

Yo: Sí... -solté una risita nerviosa.

Dylan: ¿Quieres ir a cenar conmigo a un lugar que conozco?

Yo: ¿Me estás pidiendo una cita?

Dylan: Puede que sí.

Yo: Pero si apenas te conozco...

Dylan: Por eso te he invitado, para conocenos mejor -oí como se reía.

Yo: Vale. ¿Quedamos en algún sitio o me recoges?

Dylan: Te paso a recoger. ¿Te parece bien?

Yo: Claro -le dí mi dirección.- ¿Sobre las 10?

Dylan: Ahí nos vemos.

Yo: Adiós.

Dylan: Adiós, preciosa.

Colgué y dejé mi móvil en el suelo. Me levanté y me dirigí hacia el baño, dispuesta a darme un baño relajante. Llené la bañera con agua ardiendo. Le eché sales perfumadas y jabón de ese que hace pompas. También le añadí un puñado de pétalos de rosa.

Me sumergí lentamente en la bañera, relajé todos los músculos y cerré los ojos. Cuando los abrí, me dí cuenta de que el agua estaba completamente fría y yo estaba tiritando.


1 comentario:

  1. me encanto!! una pregunta: bonnie va a tener algo con dylan????

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