sábado, 10 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 30: "Conociéndonos mejor"

Colgué y dejé mi móvil en el suelo. Me levanté y me dirigí hacia el baño, dispuesta a darme un baño relajante. Llené la bañera con agua ardiendo. Le eché sales perfumadas y jabón de ese que hace pompas. También le añadí un puñado de pétalos de rosa.

Me sumergí lentamente en la bañera, relajé todos los músculos y cerré los ojos. Cuando los abrí, me dí cuenta de que el agua estaba completamente fría y yo estaba tiritando.

Me envolví en una toalla y salí corriendo del baño. Miré la hora en el móvil: eran las 9 y cuarto. ¡Mierda! Me tengo que arreglar en 45 minutos.

Abrí mi armario de una patada y empecé a rebuscar entre toda mi ropa, tratando de encontrar algo que ponerme. Al final me puse ésto:



Recogí el móvil del suelo, las llaves y el monedero, y lo metí todo en el bolso.

Me volví a meter en el baño y me maquillé un poco. Gracias a Dios, esta mañana me había hecho unos tirabuzones preciosos y me había pintado las uñas, cosa que me venía de perlas para disimular mis horribles rizos y mis uñas mordisqueadas.

Oí el sonido del timbre en el piso de abajo. Cogí el bolso y salí corriendo de mi habitación.

Bajé las escaleras de dos en dos; me tropecé en el último escalón con mis propios tacones y casi me mato, pero conseguí llegar viva para abrir la puerta.

Yo: ¡Hola!

Dylan: Te alegras de verme, ¿eh?

Yo: Dame un par de minutos, ¿sí?

Dylan: Los que quieras -dijo con un tono de voz muy sexy.

Entré corriendo en la habitación de mi madre. Ella estaba leyendo un libro en su cama.

Yo: Mamá...

Mamá: ¿Sí?

Yo: Voy a salir fuera, así que no me esperes para cenar.

Mamá: Ah, vale.

Yo: No te quedes levantada hasta muy tarde, ¿sí? Tienes que descansar.

Mamá: ¡Qué mandona! ¡Ahora eres tú la que hace el papel de madre! -dijo riéndose.

Yo: Te quiero, mamá -le dí un beso y salí de su habitación, cerrando la puerta.

Volví a mirarme en el espejo una vez más, respiré hondo y entré en el salón.

Yo: Ya estoy lista.

Pillé a Dylan mirando las fotos que había sobre una pequeña mesita a un lado del salón. Eran fotos mías, de cuando era pequeña. Había también algunas de mi familia, de mi madre, mis abuelos... Mi madre se aseguró de quitar todas en las que aparecía mi padre. Qué considerada.

Yo: ¡Qué! ¿Cotilleándo? -la verdad es que no me importaba que viese esas fotos. Ya me había cercionado de que mi madre no hubiese puesto ninguna que me dejase en ridículo. Pero aun así le pegué un buen susto.

Dylan: Sí, la verdad es que eras muy graciosa de pequeña...

Yo: Venga, ¿nos vamos?

Dylan: Vale -dejó el marco de fotos que sostenía en la mano en su sitio y se dirigió hacia la puerta.

Enfrente de mi casa había aparcado un coche rojo; tenía pinta de ser bastante caro. Yo no soy experta en coches, es más, no sé distinguir distintas marcas y modelos, pero juraría que ése era un Ferrari. O al menos tenía el dibujito ese del caballo en los laterales...

Me llevó a un lugar en el que nunca había estado. Bueno, en relidad no había estado en casi ningún lugar de Atlanta. Debo salir de casa más a menudo.

Era precioso. Nos sentamos en una mesa con vistas a la calle.

Sobre la mesa había velas y flores, algo así:



Un camarero vestido con un chaleco negro y una pajarita del mismo color nos trajo la carta. Empecé a ojearla, pero no tenía ni idea de lo que quería pedir.

Yo: ¿Tú qué vas a pedir?

Él empezó a recitarme una lista de cosas que sonaban a comida: nosequé con salsa y poco hecho, nosequéotro sin "eso" y con lo "otro"... En fin. Me sentí una pobre ignorante que no tiene ni idea de lo que le están diciendo, así que decidí pedir lo mismo.

Cuando me trajeron el primer plato, ví que eran unas rodajas de pechuga de pollo cortadas en forma de corazón.

Yo: Awww.....

Dylan: Pruébalas... ¡Están buenísimas!

Cogí el cuchillo y corté delicadamente la primera rodaja. Pinché un trozo con el tenedor y me la llevé a la boca. ¡Mmm...! ¡Están buenísimas!

Quise hacerle saber que tenía razón respecto a lo buenos que estaban, pero me dí cuenta de que ya me había metido varios trozos de pechuga en la boca y que me impedían hablar.

Él me estaba mirando fijamente. Me sorprendí hasta a mí misma por mi comportamiento. Me había comportado como una completa maleducada.

Yo: Que sepas que yo no siempre soy así -dije cuando conseguí tragarme todo lo que tenía en la boca.

Dylan: ¿Ser así... cómo?

Yo: Pues así de animal a la hora de comer.

Él soltó una carcajada.

Dylan: No importa. Estoy acostumbrado. Mi hermana es como tú...

Yo: ¿Tienes una hermana?

Dylan: Sí.

Yo: Hemos venido aquí para hablar y conocernos mejor, ¿no? Pues cuéntame algo sobre tí.

Dylan: Vale, me presento: soy Dylan Adrian Cooley, tengo 18 años y voy a estudiar... mmm... -empezó a dubitar- bueno, la verdad es que no tengo claro qué es lo que voy a estudiar. Supongo que algo relacionado con Administración y Dirección de Empresas, ya sabes, por mi padre y eso... Ahora te toca a tí.

Yo: Pues yo soy Bonnie Johnson; ya ves, no tengo ningún nombre guay ni ningúna idea sobre lo que quiero estudiar en el futuro. Eso queda aún muy lejos para mí. Sólo tengo 17. Todavía tengo un año entero para pensarlo antes de entrar en la Universidad.

Estuvimos charlando un rato, hasta que terminamos de cenar y nos fuimos. Dylan me llevó a un parque (¿o era un jardín? Da igual. Era un lugar con árboles y un pequeño estanque).

Dylan: ¿Quieres que te lleve a casa?

Miré la hora en el iPhone: era la 1 de la madrugada. La calle estaba vacía, no había ningún taxi o autobús que me pudiese dejar en casa.

Yo: Vale.

Fuimos hasta donde habíamos dejado aparcado el coche de Dylan, haciendo el recorrido en silencio.
Nos subimos al coche, y cada cuál se puso su cinturón de seguridad. Él arrancó y yo me acomodé en el asiento.

Dylan: ¿Quieres que ponga música?

Yo: Claro -dije tratando de sonreír, aunque apenas me salió la sonrisa. Estaba muerta de sueño.

Dylan sacó un CD de su funda con una mano, mientras que con la otra agarraba el volante, y me lo pasó. Lo puse en el reproductor de música del coche y le dí a play.

Empezaron a sonar canciones conocidas. Me animé y empezé a cantarlas todas. Dylan también empezó a cantar conmigo.

No sé cómo, pero al final terminé quedéndome dormida. Dylan me despertó dándome golpecitos en el brazo. Yo entreabrí los ojos, frotándomelos. No se oía nada. El motor del coche estaba parado. Miré por la ventana: ya habíamos llegado a mi casa.

Yo: Hoy me lo he pasado genial. Tenemos que repetir algún otro día.

Dylan: ¿Qué te parece mañana? Es domingo, no tengo que hacer nada... A no ser que ya tengas planes...

Yo: No, soy una persona tan antisocial que ni siquiera salgo los fines de semana. Prefiero quedarme en casa comiéndo helado.

Dylan: Pues te puedes venir a mi casa y comemos helado juntos mientras vemos algunas películas...
Yo: Por mí genial.

Dylan: Entonces te vengo a recoger mañana... ¿sobre las 9 de la mañana?

Yo: Que sean las 11. Es que me da pereza tener que levantarme a las 8, desayunar y arreglarme tan pronto, tener que...

Dylan: Vale, vale. Te dejaré dormir en paz -dijo interrumpiendo mi larga lista de cosas que no me apetecía hacer un domingo por la mañana-. Vendré a recogerte a las 11. En punto. Que no se te olvide -entrecerró los ojos, simulando desconfianza.

Yo: Adiós -abrí la puerta del coche y me bajé. Saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta de mi casa. Antes de entrar, me di la vuelta y le saludé con la mano. Él respondió a mi saludo con una sonrisa, y me hizo un gesto para que entrase. Cuando cerré la puerta, oí cómo se ponía en marcha el motor del coche. Aparté la cortina del salón y vi su coche alejándose. Entonces me di cuenta de que mi madre se había quedado dormida en el sofá.

Yo: Mamá -susurré con cariño. Como no me hacía caso, le volví a llamar, esta vez acompañando mis palabras con pequeños empujoncitos. Mi madre terminó por abrir los ojos.

Mamá: Bonnie...

Yo: Ven, te ayudaré a llegar hasta tu habitación. Te vas a torcer el cuello si sigues durmiendo así...
Mamá: Puedo sola -arrugó las cejas en señal de protesta-. ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? ¡Estoy embarazada, no minusválida!

Yo: Venga, deja de rechistar como una niña pequeña y deja que te ayude.

Mamá: Puedo sola -repitió una vez más y se fue dándome un beso en la frente-. Tú también debes irte a la cama, o sino te van a salir ojeras -sonrió y apagó la luz del salón, dejando encendidas las del pasillo para que yo no me tropezase al salir.

Subí las escaleras a rastras, hasta llegar a mi habitación. Allí me tiré sobre la cama, sin quitarme ni siquiera los zapatos, y así me quedé dormida.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Beauty and a beat - Justin Bieber feat. Nicki Minaj



Young Money. Nicki Minaj. Juuuustin.

Show you off, tonight I wanna show you off (eh eh eh)
What you got, a billion could've never bought (eh eh eh)

We gonna party like it's 3012 tonight
I wanna show you all the finer things in life
So just forget about the world, be young tonight
I'm coming for ya, i'm coming for ya

Cause all I need is a beauty and a beat
Who can make my life complete
It's all by you, when the music makes you move
Baby do it like you do
Cause...

Body rock, girl, I can feel your body rock (eh eh eh)
Take a bow, you on the hottest ticket now (eh eh eh)

We gonna party like it's 3012 tonight
I wanna show you all the finer things in life
So just forget about the world, be young tonight
I'm coming for ya, i'm coming for ya

Cause all I need is a beauty and a beat
Who can make my life complete
It's all by you, when the music makes you move
Baby do it like you do

In time, ink lines, b-tches couldn't get on my incline
World tour, it's mine, ten little letters, on a big sign
Justin bieber, you know i'mma hit 'em with the ether
Buns out, weiner, but I gotta keep my eye out for Selena
Beauty, beauty and the beast
Beauty from the east, beautiful confessions of the priest
Beast, beauty from the streets, we don't get deceased
Every time a beauty on the beats
(Yeah, yeah, yeah, Let's go, Let's go)

Body rock, girl, I can feel your body rock
Cause all I need is a beauty and a beat
Who can make my life complete
It's all by you, when the music makes you move
Baby do it like you do
Cause...

sábado, 3 de noviembre de 2012

Títulos

Haha, en serio, creo que voy a pasar de ponerle título a los capítulos... ¡es la peor parte! No se me ocurre ningun título; y cuando se me ocurre alguno, resulta ser una tontería.

¿No os habéis fijado en que los títulos de todos los capítulos son malísimos? En fin.

Así que se me ha ocurrido una idea: ¿por qué no escribo yo el capítulo, y vosotros me ponéis el título en comentarios?

¿Qué os parece?

jueves, 1 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 29: "Verdades al descubierto"


Yo: ¿Sí?

¿?: Te he estado llamando todo el rato al móvil, ¿por qué no has cogido?

Yo: Ehh, ¿quién eres? –era una voz femenina. Me sonaba de algo, pero no conseguía reconocerla.

¿?: ¡Soy yo!

Yo: Eso no me ha aclarado nada…

¿?: ARGH, SOY CHARLIE.

Yo: ¡Ahh! ¡Charlie! ¿Qué te ha pasado en la voz? ¡La tienes muy ronca!

Charlie: No me ha pasado nada.

Yo: ¿Y quién te ha dado el número del teléfono fijo de mi casa? –yo no recordaba habérselo dado.

Charlie: Llevo toda la mañana llamándote al móvil, pero no cogías. Acaba de volver mi madre a casa, y se lo he pedido. Ella sí que lo tenía.

Yo: Ahhhhh… ¿Y qué querías?

Charlie: ¡No lo sé! ¡Eres tú quien me ha llamado esta mañana diciéndome que me vaya a tu casa!

Yo: ¡AH, SÍ! ¿Podemos quedar en el McDonald´s de al lado de tu casa?

Charlie: Te veo en media hora.

Yo: Vale.

Colgué el teléfono. Mi madre estaba en la cocina.

Yo: Mamá, voy a salir a comer con Charlie. ¿No pasará nada si te quedas sola en casa?

Mamá: Te he dicho que estoy embarazada, no minusválida.

Yo: Ya, pero…

Mamá: No hay peros. No me va a pasar nada, de verdad. Vete y diviértete.

Yo: Mmm, vale. Voy a subir a cambiarme.

Mi madre asintió con la cabeza. Subí corriendo a mi cuarto y me puse esto:



Metí el móvil, las llaves y algo de dinero en el bolso, y volví a bajar corriendo por las escaleras.

Mi madre estaba en su habitación. Abrí un poquito la puerta y asomé la cabeza. Ella estaba sentada frente a su ordenador.

Yo: Mamá, me voy.

Mi madre se dio la vuelta.

Mamá: Vale, no vuelvas muy tarde. Te quiero –me lanzó un beso.

Yo: Yo también te quiero –cogí el “beso” al vuelo y lo aplasté contra mi mejilla. Mi madre soltó una risita.

Cerré la puerta de su habitación y me fui.

La calle estaba desierta, no había nadie. Cogí un taxi, ya que si iba en autobús me iba a perder.

Le di la dirección al taxista y esperé pacientemente, mientras observaba la ciudad a través de la ventana, hasta llegar a la casa de Charlie. Pagué al taxista y me bajé.

Desde allí, fui andando hasta el McDonald´s, no estaba muy lejos y yo recordaba perfectamente el camino porque ya fui una vez con Charlie y Jodie.

Llegué al McDonald´s, pedí un helado y me senté en una mesa a comérmelo mientras esperaba a Charlie. Llegaba tarde.

Pasaron 5 minutos. 10 minutos. 15 minutos. Se estaba retrasando muchísimo. Me terminé el helado y decidí irme.

Cuando fui a tirarlo a la basura, la vi entrando con un chico al que yo no conocía. Se dieron un beso y él se fue en dirección a los baños. Ella me vió y se acercó a mí.

Charlie: ¡Hola!

Yo: ¿Quién es ese chico? –pregunté con curiosidad.

Charlie: Ah, no es nadie.

Yo: Alguien tiene que ser…

Charlie: ¿Y A TI QUÉ MÁS TE DA? –empezó a levantarme la voz.

Yo: HABLÓ AQUÍ LA QUE LLEGA MEDIA HORA TARDE… -le dije en el mismo tono de voz.

Charlie: ¡Claro! ¡Porque tengo mejores cosas que hacer que quedar contigo!

No iba a dejar que me gritase.

Yo: ¡Eh, eh! ¡A mí no me grites!

Charlie: A ver, ¿de qué querías hablar conmigo? –dijo de mal humor.

Yo: Pues de lo falsa que eres -lo dejé claro.- No he venido para dar rodeos.

Charlie: ¿FALSA? ¿YO? Pff, por favor. ¿Quién te ha dicho eso?

Yo: Nadie. Hay cosas que son OBVIAS.

Charlie: ¿Obvias? A ver, dime el qué.

Yo: Pues vale. Empecemos por la parte de “Mira cómo alguien manipula a los demás y consigue siempre salirse con la suya”. O mejor por la de “La señorita se monta la fiesta de su vida con cualquier hombre y luego dice que está enamorada”. O si no por la de…

Charlie: ¡Ya basta! –me interrumpió.- ¿Qué estás insinuando?

Yo: Yo no insinúo nada. Eres tú quien se siente identificada con esas frases…

Charlie: Para empezar, yo no manipulo a nadie. Y no es mi culpa que no sepas ganarte a un hombre...

Entonces llegó el chico (ese que minutos antes se había ido al baño).

¿?: Hey, ¿nos vamos ya a darnos un revolconcito?

La miré con una mirada asesina.

Charlie: Ehh... ¿de qué está hablando? -se hizo la sueca.

¿?: Me prometiste otro buen polvo después de haber hablado con esa chica que odias tanto... Creo que se llamaba Bonnie...

Ví cómo Charlie le pegaba un pisotón por debajo de la mesa.

Yo: Conque era eso...

No quería empezar una pelea, así que recogí mis cosas y me fui, dejándola con la palabra en la boca.

Hoy no ha sido un gran día, pero me prometí ser lo más feliz posible, así que sonreí. Me esforce tanto en sonreir y centré tanto la atención en ello, que no me dí cuenta del chico que venía andando hacia mí, hasta que noté el impacto.

Yo: ¡Lo... lo siento mucho! -me agaché para recoger las pocas cosas que llevaba en el bolso y que se habían caído al suelo. Él se agachó y me ayudó a rescatar la batería del móvil, que se había metido debajo de un coche que había allí aparcado.

¿?: No te preocupes. Yo tampoco estaba mirando por dónde iba...

Cuando levantó la cabeza, le ví. Era un chico de ojos verdes, pelo castaño, sonrisa perfecta... Fue amor a primera vista.

Yo: No... no... si... esto... -empezé a tartamudear como una imbécil.

¿?: ¿Cómo te llamas?

Yo: Ehh... Bonnie. Me llamo Bonnie.

¿?: Pues encantado de conocerte... Bonnie. Bonito nombre. Yo soy Dylan.

Yo: ¡Qué guapo...!

Dylan: ¿¿Perdón??

Yo: Ésto, que digo que el nombre es muy guapo... me refiero a que es muy bonito...

Dylan esbozó una amplia sonrisa.

Dylan: ¿Tienes un bolígrafo?

Rebusqué en mi bolso y lo único que encontré fue el lápiz de ojos.

Yo: ¿Te sirve ésto?

Dylan cogió el lápiz y me apuntó su número de teléfono en la palma de la mano.

Dylan: Llámame, ¿lo harás?

Yo: Quizás... -le dejé con la duda.

Dylan se encogió de hombros y sonrió.

Dylan: Qué misteriosa -volvió a sonreir. Dicho ésto, se dió la vuelta y se fue.

Yo también me fui a mi casa. Una vez en mi habitación, tiré el bolso sobre la silla y me tumbé en la cama. Estaba cansada, no me apetecía hacer nada y tampoco tenía planes. Así que me quedé en esa posición, quieta, sin hacer absolutamente nada. Miré fijamente la lámpara del techo de mi habitación hasta que, en un determinado momento, me puse bizca y todo se volvió borroso. Volví a centrarme en la lámpara, pero era imposible. Probé con otra cosa, pero nada era capaz de captar mi atención. ¿Pero qué me estaba pasando? No podía concentrarme en nada.

Decidí bajar a la cocina para comer algo. Solo me había tomado un helado, y mis tripas se estaban quejando.

Al pasar por el salón, vi a mi madre leyendo revistas de maternidad.

Fui a la cocina, cogí un zumo de naranja de la nevera, y me fui al salón a sentarme al lado de mi madre.

Yo: ¿Qué estás leyendo?

Mi madre me acercó la revista y pude ver que estaba viendo artículos sobre cómo amueblar la habitación de un bebé. En la mesa había una montaña de revistas, y otras tantas esparcidas por el sofá.

Mamá: Podemos darle la habitación que sobra al bebé. La del piso de arriba. La que se supone que era un despacho.

Yo: Claro, ¿por qué no?

Mamá: Mira, he estado ojeando ésto y he encontrado esta cama... con este armario... y ésto... -empezó a juntar fotos e imágenes de muebles infantiles y a enseñarme las distintas posibilidades de combinación.

Yo: A mí me gusta la segunda opción. Pero quitando ésto y... -cogí otra revista que me había enseñado antes- ...añadiendo ésto.

Mamá: No se me había ocurrido... pero sí, la verdad es que es una buena idea. ¡Sí, me encanta!

Se levantó del sofa y empezó a dar vueltas por el salón, mientras hablaba sola.

Mamá: ¡Ya sé!

Cogió unas revistas que había enfrente del sofá y subió corriendo las escaleras. Supongo que iría a montarse otro monólogo en la futura habitación de mi hermanito o hermanita. La verdad es que no sé si va a ser niño o niña.

Volví a la cocina y abrí la nevera otra vez, esperando que aparezca, no sé, una tarta o algo así. Pero no. Así que cogí pan de molde y me hice un sándwich.

Cuando terminé, dejé el plato en la pila y me fui a mi cuarto. Miré el reloj: eran las 6 menos cuarto. Hacía mucho calor, así que decidí darme una ducha para refrescarme.

Al quitarme la blusa, me dí cuenta de que aún llevaba el número de teléfono escrito en la mano. Decidí llamarle.

Me puse el pijama, me senté en el suelo de mi habitación, enfrente de mi ventana, y marqué el número.

Sonó una vez, dos veces, tres veces. Pensé que no iba a coger, pero entonces oí su voz al otro lado.

Yo: ¿Dylan?

Dylan: ¿Sí?

Yo: Soy yo, Bonnie.

Dylan: Lo sé. Una voz así de preciosa es difícil de olvidar.

Yo: Aww, gracias.

Dylan: Al final te has decidido por llamar, ¿eh?

Yo: Sí... -solté una risita nerviosa.

Dylan: ¿Quieres ir a cenar conmigo a un lugar que conozco?

Yo: ¿Me estás pidiendo una cita?

Dylan: Puede que sí.

Yo: Pero si apenas te conozco...

Dylan: Por eso te he invitado, para conocenos mejor -oí como se reía.

Yo: Vale. ¿Quedamos en algún sitio o me recoges?

Dylan: Te paso a recoger. ¿Te parece bien?

Yo: Claro -le dí mi dirección.- ¿Sobre las 10?

Dylan: Ahí nos vemos.

Yo: Adiós.

Dylan: Adiós, preciosa.

Colgué y dejé mi móvil en el suelo. Me levanté y me dirigí hacia el baño, dispuesta a darme un baño relajante. Llené la bañera con agua ardiendo. Le eché sales perfumadas y jabón de ese que hace pompas. También le añadí un puñado de pétalos de rosa.

Me sumergí lentamente en la bañera, relajé todos los músculos y cerré los ojos. Cuando los abrí, me dí cuenta de que el agua estaba completamente fría y yo estaba tiritando.